Hugo Neira
Pueblo. ¿Ha dicho usted pueblo?
A pesar de las diferencias, pueblo somos todos
Nunca hemos tenido un cuerpo electoral tan numeroso. Para las elecciones de abril y junio, el Reniec envió un registro electoral de identificación y estado civil al JNE. Y son reconocidos ciudadanos 22.90 millones de personas. Por eso digo, el mayor de toda nuestra historia política, y cuando casi la población adulta coincide con la que puede ir a votar, elegir y ser elegido. Claro, por partidos. Pero ninguno se llama pueblo. Confieso que lo que he hallado, fatigando enciclopedias, es que el término es ambivalente. Quiere decir pueblo “el cuerpo de ciudadanos” y a la vez, “la masa de excluidos” (Vocabulaire Européen des Philosophies, p. 920). ¿Qué? ¿Ya no hay pobres en el Perú?
Ciertamente, el porcentaje de pobreza ha disminuido, del 2004 al 2014, de 58.7% a 22.7%, con lo cual los dos expresidentes, Alejandro Toledo y Alan García, como es notorio, recibieron un voto abrumador en el 2016 del memorioso pueblo peruano. Pero ¿hay todavía pueblo en el Perú? O es la victoria de Saga Falabella y Ripley, y la hegemonía del pollo a la brasa, y tras la movilidad social, ¿el que está un poco arriba cholea al que está más abajo?
En todo caso, los partidos políticos eluden cuidadosamente esa denominación. Nada como echarle un vistazo al ROP (Registro de Organizaciones Políticas). El del presidente electo es Peruanos por el Kambio. ¿Pero quién se opondría al cambio? Nadie. Y lo de Fuerza Popular dice fuerza, no dice pueblo. Otros llevan membretes elusivos, vagos, de lo más imprecisos posible. La “acción”, dice uno, y añade lo de “popular”, no es lo mismo. Lo es una vedette de Chollywood. Otro dice que es “humanista”, otro “popular y cristiano”, muy respetable pero no aparece el populus por ningún lado. Otros son como propósitos de enamorados: Siempre Unidos. Otro se dice “nacionalista” ¿pero quién no lo es? Hay hasta un Frente Popular Agrícola, o sea, los industriales no cuentan. Y lo de Frente Amplio, se nota que es amplísimo, cada semana expulsan a alguien. En general son ambiguos. Temen intimidar y prefieren la finta, pero su deliberada anfibología los delata. No quieren pueblo, sino votantes.
Sin embargo, la academia sostiene que el concepto de pueblo es importante, como el de nación. A la idea de pueblo nadie escapa, se la trate negativa o positivamente. Desde Rousseau a la fecha, y no me vengan, como me dijo un animador de televisión un día, “yo qué tengo que ver con Rousseau”. Probablemente nada, pero sí el Libertador San Martín: “desde este momento el Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos”. Rousseau puro. Vamos a ser claros: ¿Qué es una República? Y suponemos que lo somos. “El acto por el cual un pueblo es un pueblo” (Grotus). Y si no hay ese hecho natural —el pueblo— “no hay contrato social”. Como no puede haber matrimonio si no hay novio o novia.
Ahora bien, si es “la masa de ciudadanos”, ¿nadie quiere ser representante de “la masa de excluidos”? Acaso porque “pueblo” a los peruanos de hoy les suena pobretón. Error. Hay naciones modernas, entre las más prósperas del planeta, que no dejan de llamarse del pueblo. La Alemania actual. El concepto de Volk es corriente. Y el ingreso per cápita de Alemania en el 2013 estaba en US$ 44,999. El Volk de los alemanes quiere decir die in einem Landstrich vereinigte, según el traductor, “la gente reunida en un lugar bien determinado”. ¡Diablos, el terruño, la patria! Un poco lo que decía Cicerón, el populus, la gente que veía por las calles de Roma, plebs, gens. ¡Y que elegía senadores! En alemán se le saca un provecho enorme a esa raíz, “la fuerza del pueblo”. No quiere decir populacho. Quiere decir algo valioso y a la vez natural. No por azar el romanticismo nace en Alemania. De los griegos viene el demos que le gustaba a José Carlos Mariátegui. Y del inglés y la experiencia democrática de los Estados Unidos ¿qué viene? Nada menos que people. Como raza y nación, es una unidad. Sus leyes comenzaron con “We the People”. Nosotros el pueblo. La constitución de 1787. “We the people of the United States, in order to form a more perfect Union…”. Está en Madison y Hamilton. Hoy quiere decir gente. Todo el mundo. The people.
Para concluir, el tema es grave. Siento decirlo, según los tratados, “cuando se habla de pueblo con admiración, ese país es democrático. Cuando se le teme o se le desprecia, es despótico” (Notions, p. 771).
¿Qué nos toca, pues? El pueblo peruano. Nada que si los cholos o no cholos. Todos: negros, blancos, mestizos, hijos de japoneses, chinos o polacos, judíos o italianos. Cuidado con querer etnizar la política peruana. Se trata de tener ciudadanos y no tribus. Y pese a diferencias económicas u otras, como nación, pueblo somos todos o no somos nada.
Hugo Neira