Juan C. Valdivia Cano
¿Por qué no mejora la calidad educativa?
En el Perú seguimos con un modelo educativo medieval
A pesar del consenso mayoritario respecto a que los problemas socio políticos (éticos, económicos, institucionales, etc) del subdesarrollo son, en el fondo, problemas de calidad humana y, estos, de calidad educativa, sin embargo dicha calidad no solo no mejora sino que empeora cada vez más en el país hasta alcanzar niveles de escándalo, inimaginables hace unas décadas. Mi hipótesis es que no se quiere hablar, ni discutir, ni pensar, ni menos buscar la raíz del problema. Y si no se busca la raíz ¿cómo puede solucionarse el problema?
Puede cambiar todo, pero no servirá para nada. Hace mucho que en el Perú se está cambiando todo para que nada cambie, cumpliéndose el estigma de Lampedusa. No hay segmento social, ni grupo político o de opinión, ni institución familiar, privada o estatal, ni individuo aislado que quiera ir en serio a la raíz de los males educativos, a la raíz del problema. Ni padres, ni profesores, ni dirigentes o burócratas de la educación.
Y como la raíz del problema educativo es de carácter paradigmático, si no se cambian los paradigmas educativos, es decir, la visión o “modelo” educativo, -que están en la raíz- nada cambiará significativamente en educación y seguiremos rumbo al despeñadero . Esos paradigmas educativos no cambiaron nunca desde la llegada de los españoles y a pesar de la independencia y la “República”, porque la cosmovisión en que se fundan tampoco cambió para la enorme mayoría.
Mario Bunge, después de 70 años de profesor, resume esa hipótesis muy claramente en una entrevista, cuando tenía noventa años : “Creo en la educación con entusiasmo, pero creo en una educación muy diferente de la que existe tradicionalmente en América Latina que me parece muy autoritaria, una educación que ya no existe en los Estados Unidos donde los estudiantes tienen la libertad para formular preguntas, objeciones, etc, cosa que no existe en América Latina. Seguimos con el modelo medieval…”
Ya se ha probado todo, ya se han hecho infinidad de reformas, pero como solo se atacan las consecuencias, y mal, la raíz del problema sigue intacta. Y la raíz del problema -de la mediocre o mala calidad- es, como se dijo, paradigmática. Un paradigma es una especie de esquema mental, valor, idea o creencia, que conforma nuestra visión del mundo y, por tanto, nuestra manera de ser. Puede ser una ideología (adoctrinamiento, manipulación, lavado de cerebro, etc) o una cosmovisión autónoma y libre, pero todos tenemos una de ellas o un abigarrado de las dos. Esa ideología o esa cosmovisión están hechas de variados sub paradigmas, por así decir. Hay paradigmas muy amplios o generales y otros enfocados en una actividad particular, como la ideología positivista en el derecho, por ejemplo.
Algunos de esos paradigmas generales y en este caso determinantes son los paradigmas religiosos cristiano católicos mayoritarios en países como el nuestro, que acaparan toda su cosmovisión. Y no han cambiado significativamente ni con la Independencia ni con la “República”. Por eso la educación mayoritaria no ha cambiado tampoco, ya que es inseparable e indiscernible de esos paradigmas. Y en consecuencia los paradigmas educativos “medievales”, o pre republicanos o pre modernos, o escolásticos se mantienen vivos y coleando aún en 2024.
Pero con paradigmas “medievales” en educación, nadie puede tener éxito. Seguiremos rumbo al despeñadero. El modelo “medieval”, como dice Bunge, que he dado en llamar “escolástico”, no solo es autoritario sino también dogmático, acrítico, repetitivo y tedioso, no sirve para aprender a pensar. Se ha mantenido tal cual a pesar de la Independencia y la República y continúa hasta hoy. La escolástica – la nuestra- es una pedagogía peruana de base cien por ciento católica. Pero no confundirla con la primera escolástica de Santo Tomas de Aquino (siglo XIII) o la genial neo escolástica de Salamanca (siglo XVI). Bueno fuera.
Por eso tenemos república “bamba”, democracia ”bamba”, instituciones “bamba”, que es ciertamente preferible a cualquier tipo de dictadura, pero bien insuficiente para cambiar el rumbo al despeñadero educativo. Se requiere un cambio de paradigmas bajo el amparo de la libertad, la propiedad que la hace posible, la dignidad que es autonomía humana, la igualdad ante la ley o no discriminación: desde la primera infancia, la primaria y la secundaria, cada niño con su Constitución Peruana en la mochila.
Es el sueño de Faustino Sánchez Carreón, de José Galvez, de Francisco de Paula Gonzales Vigil, de Jorge Basadre, de Javier de Luna Pizarro, de Francisco Javier, José Carlos, Javier, José Carlos Jr. Aldo Mariátegui, , de Raúl Porras Barrenechea, de Francisco Mostajo, de Percy Gibson, del Deán Valdivia, de Lino Urquieta, de Víctor Andrés Belaunde, de Jose Luis Bustamante, de Humberto Núñez Borja, de Alfredo Cornejo Chavez, de Mario Vargas Llosa, Alvaro Vargas Llosa, de Enrique Ghersi, de Hernando de Soto, de Jaime Bayly etc, etc. El sueño de un pueblo civilizado. A pesar de sus diferencias de matiz, todos ellos creen o creían (si ya no viven) en la libertad y en la democracia.
Pero la desvergonzada realidad es que con este gobierno y el anterior, entre los cuales hay perfecta continuidad y no ruptura (Cerron es su punto de enlace), aunque el proceso ya se desató con Fujimori, las masas no solo se han rebelado, como lo predijo Ortega y Gasset, sino que han tomado el poder político en el Perú. Así de sencillo.
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