Renatto Bautista
Por la Segunda República del Perú
Una democracia sin polarizaciones
Es probable que mis amables lectores al leer este título piensen que yo he cruzado de orilla ideológica o pretenda evocar a la Segunda República Española. Ninguna de las dos es correcta, porque siempre he creído en la separación de poderes y en la delimitación de los pesos y contrapesos señalados por la Carta Magna. Es decir, soy un peruano defensor del más noble republicanismo que en estas aciagas horas le falta a nuestra República.
Sinceramente, considero que estos doscientos años de la República representa una terrible polarización política. Brevemente les recordaré que el proceso de la Independencia respecto a la corona española fue, en verdad, una guerra civil entre españoles y criollos. Tras el triunfo en la Batalla de Ayacucho y la ida de Bolívar de nuestro país, la naciente República del Perú vio terribles polarizaciones político militares (guerras civiles) entre La Mar y Gamarra, Gamarrav y Bermúdez, Orbegosovy Salaverry, Santa Cruz y Salaverry, Santa Cruz y Gamarra, Castilla y Vivanco, Prado y Pezet, Balta y Prado.
Luego vino la terrible Guerra contra Chile para proseguir las guerras civiles o polarizaciones entre Cáceres y Piérola que acabó con la llamada República Oligárquica para retomar la encarnizada lucha civilistas versus Leguía (paradojas de la historia Augusto Bernardino Leguía venía de las filas del Partido Civil) que derivaron en el Oncenio o dictadura de Leguía (1919-1930). Tras el crack económico del año 1929, Leguía fue derrocado en 1930 y viene otro terrible período de guerra civil velada o polarización política, que marco 60 años de nuestra política, que fue la dicotomía APRA versus el antiaprismo.
Breve paréntesis, no me centraré en analizar el por qué el APRA tuvo gran acogida como gran odio y persecución, pero lo cierto es que más de 10,000 peruanos fueron asesinados brutalmente por el credo del aprismo. Llegamos al siglo XXI, para ver que sigue la polarización política entre una élite llamada “izquierda caviar” contra todo lo que no les sea afín políticamente.
Con este breve resumen histórico les demuestro que estos 200 años de República son un terrible período de crispación o polarización política. Amable lector, usted puede incluir al Presidente que sea de su agrado, como también al Presidente que le es repulsivo, y lamentablemente verá que esta constante histórica se cumple porque en nuestro país se busca enfrentar a nuestra sociedad en absurdas guerras cainitas y dividirnos en “buenos” y “malos.” ¡Por favor, ya basta de esta Primera República que de poco ha servido para la mayoría silenciosa que desea buena educación y salud para sus hijos y nietos!
Por eso, los amantes de la libertad y del republicanismo (vengamos de una izquierda democrática o de un centro liberal y del centro derecha) debemos unirnos para fundar la Segunda República del Perú, donde se acabe, para siempre, con toda polarización política porque divide familias en bandos irreconciliables.
Luchemos por una Segunda República libre de toda ideología totalitaria como enseñemos a las nuevas generaciones lo valioso que es amar y defender el valor de la libertad respecto a cualquier otro aspecto en nuestro país. El lema debería ser: ¡Dios, patria y libertad sobre todo!
Veo a la Segunda República del Perú como una etapa histórica donde los peruanos tengan la oportunidad de estudiar (sea en instituto o universidad) o desarrollarse profesionalmente como deseen, sin limitaciones económicas o de otra índole además donde toda práctica corrupta sea desterrada. Por por eso es fundamental que los cursos de educación cívica y filosofía vuelvan a ser enseñados en los colegios estatales para que el pueblo peruano entienda que la ética debe primar en cualquier actividad pública.
También creo que la Segunda República debe ser una etapa donde todos los peruanos entendamos que el primer poder del Estado es el Parlamento, porque en él se encuentra representado todo el clamor electoral político emanado de la urnas. Que se comprenda que el Parlamento jamás debe abdicar de sus prerrogativas constitucionales, como la elección de magistrados del Tribunal Constitucional
En esta nueva etapa se debe excluir a todos esos poderes tras bambalinas, en el Poder Ejecutivo, como siniestros asesores de inteligencia o esposas o “jefes” del partido político que encumbraron a un desconocido candidato hacia la Casa Presidencial. ¡Basta ya de estos “Presidentes de facto” en el Perú!
En conclusión, veo la Segunda República del Perú como una etapa histórica donde se destierre la vil confrontación política y se ponga en primer lugar los consensos y diálogos políticos. Y que se defienda el imperio de la ley ,porque el Estado peruano no es feudo de ningún grupo político. Es importante que se entienda que todos los ciudadanos debemos absoluta lealtad a la Carta Magna, desde el Presidente de la República hasta los niños que asisten a la primaria.
¿Acaso es difícil ver una mejor etapa republicana para las futuras generaciones de peruanos? Confío en que no lo sea, y que este anhelo lo volvamos una realidad política. ¡Por la Segunda República del Perú!
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