César Félix Sánchez
Política y verdad
Esta campaña electoral está llena de mentiras y calumnias
Pilatos, ese arquetipo del político democrático según Hans Kelsen, le preguntó famosamente en el pretorio a Nuestro Señor Jesucristo: Quid est veritas? ¿Qué es la verdad? Desde ese momento, la relación entre los políticos y la verdad ha sido un poquito demasiado complicada. Pero, ya que estamos cerca de Pentecostés, empecemos primero con un pequeño sermón, un fervorino, como dirían los italianos.
Siempre me pregunté por qué la mentira no se encontraba entre los siete pecados capitales. Estaban la soberbia, la lujuria, la avaricia, la envidia, la ira, la pereza y la gula, pero no aparecía la horrible mentira. Luego me di cuenta de que la mentira está detrás de todos ellos. Si hay algo que caracterice a los distintos tipos de malvados es la práctica común de la mentira. ¿Pero la teología espiritual tradicional no dice que la soberbia es la radix peccatorum, la raíz de todos los pecados? Y sí, lo es, porque la soberbia es la primera mentira: la mentira que uno se hace a sí mismo. Porque, como diría santa Teresa de Ávila, la humildad es andar en verdad.
El mentiroso violenta y corrompe su propia mente, esa imago ac similitudo que tenemos con lo Divino. Y de violentar y corromper su propia mente, pasa a corromper y violentar a los demás muy fácilmente. De ahí que Cristo llamase a Satanás «padre de la mentira», e inmediatamente después «homicida desde el principio». El gran Donoso Cortés vio perfectamente este fenómeno en la política moderna, cuando afirmó que a los sofistas siempre les siguen los verdugos. Así, al mentiroso soberbio que tuerce la realidad para complacerse a sí mismo y se pone a pontificar, le sucederán indefectiblemente los terroristas totalitarios con sus infiernos colectivistas.
La calumnia, por otra parte, ese recurso de los cobardes, es también una forma de mentira particularmente común en las sociedades degeneradas y desvirilizadas. En esta campaña electoral, como en tantas otras, veremos un espectáculo inagotable de mentiras y calumnias. ¿Cómo luchar contra eso? Cultivando la verdad y el uso de la recta razón en nuestra vida cotidiana, aún en cosas aparentemente mínimas, hasta generar el hábito de la honestidad. Esto nos generará anticuerpos que nos harán reaccionar casi instintivamente con repugnancia ante mentirosos, pícaros y toda clase de canallas.
Muchos se sintieron defraudados con el cultor de la mentira masiva más reciente que nos tocó en suerte como presidente, Martín Vizcarra. “Nunca pensaron que fuera así”, dicen. Pero bastaba estar familiarizado existencialmente con la verdad para darse cuenta, luego del primer semestre de su gobierno, que algo no marchaba bien con él. Gracias a Dios, el Perú se libró de él antes de alguna “sorpresita” en las elecciones del 2021.
Algunos maquiavélicos de cuarta se sienten incómodos con la indignación de los peruanos contra las mentiras de los políticos, asegurando que hay cosas mucho más importantes, sea la destrucción o la conservación del modelo; y que engañar y manipular masivamente a la población se justifica “si es por un buen fin”. A ellos habría que decirles que tengan un poquito de paciencia y que, mientras tanto, lean la Divina Comedia: ahí está descrito el lugar que les espera. Mientras tanto, no queda más que exhortar a la población a huir de los mentirosos y de los manipuladores como de la peste. Porque son peor que el Covid.
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