Cesar Peñaranda
Pobreza, ingresos y empleo
Es imprescindible crear las condiciones para generar empleo
Una de las consecuencias más negativas de la pandemia y de las pésimas acciones políticas para enfrentarla –después, por cierto, de los lamentables fallecimientos–, es el significativo incremento de la pobreza, que conlleva además el aumento de la llamada “población vulnerable” y la reducción de la clase media. Se estima que la pobreza ha ascendido a los niveles de hace una década, de entre 20% y 28% de la población. Es decir, que de aproximadamente siete millones ha subido a nueve millones de peruanos que enfrentan esta incalificable situación, quienes además habitan en zonas de carencia o insuficiencia de servicios públicos e infraestructura básica.
La pobreza es, al final, un problema de falta de ingresos para atender la canasta básica de alimentos y servicios. Y se torna extrema cuando ni siquiera puede cubrir la canasta de alimentos, situación a la que se llega por no tener empleo o ser este inadecuado. En el caso del Perú, por lo antes comentado, la situación laboral ha empeorado de manera significativa. Por ello, en las condiciones actuales, en lo inmediato y sin duda en el mediano y largo plazo, no hay iniciativa socioeconómica más potente que crear las condiciones apropiadas para generar empleo. Reiteramos que no es por la vía del subsidio (bonos) que debe enfrentarse en el corto plazo este problema; porque además de ser una solución temporal y no resolver el problema, no se cuenta en las circunstancias actuales con recursos fiscales.
Consideramos que el elemento central para manejar este agudo problema con sentido de urgencia, pero con visión de mediano y largo plazo, es crear el ambiente propicio para la inversión, tanto pública como privada. En el primer caso, la inversión pública, es imprescindible una dinámica gerencial de coordinación entre los tres niveles de gobierno, nacional, regional y local. Así se podrá ejecutar inversiones de menor envergadura, pero intensivas en empleo, referentes precisamente a encarar la ausencia de servicios e infraestructura básica.
Con ello además se resuelven los reclamos justificados de las zonas marginales del país, las que en algunos casos se hacen presente de manera inadecuada al impedir la ejecución de inversión de mayor envergadura, como las minero energéticas. Tenemos en mente la construcción o reparación de colegios y de establecimientos de atención primaria de la salud, la pavimentación de pistas y veredas, y la construcción de caminos de penetración y canales de regadío, entre otros. En este tipo de inversión también puede participar el sector privado vía el mecanismo de Obras por Impuestos, que con tanto éxito se estaba realizando, pero que inexplicablemente perdió dinámica.
Con el mismo propósito de crear empleo se debe viabilizar la inversión privada, mejorando el ambiente de negocios actualmente tan deteriorado, como queda demostrado por el continuo descenso relativo de la posición del Perú en el estudio periódico que realiza el Banco Mundial, el conocido Doing Business (Haciendo Negocios). Esto permitirá desempolvar diversos proyectos de múltiples actividades económicas que están hace buen tiempo en la cartera de inversiones del sector privado. Además corresponde, por la crítica situación que enfrenta el país, seleccionar un conjunto de proyectos del Plan Nacional de Infraestructura. Entre esos proyectos deben estar considerados los que estaban en marcha y que por diversas razones fueron detenidos, para aplicarles un proceso administrativo y de ejecución especial, con acompañamiento permanente de la Contraloría, a fin de ponerlos en marcha y acelerar su ejecución.
Es importante resaltar que con esta estrategia para potenciar uno de los motores del crecimiento, como es la inversión, también paralelamente se pone en movimiento el otro motor que es la productividad; tanto en cuanto a proveer de servicios e infraestructura básica a diferentes zonas del país, como vía el adelanto de obras de infraestructura de mayor envergadura. Empero, lo fundamental y trascendente de esta estrategia planteada es la creación de empleo, que debe ser adecuado y de calidad para también ir resolviendo el también agudo problema de la informalidad laboral y empresarial que enfrenta el país. No hay mejor política laboral que la de crear empleo.
Para concluir, es muy relevante señalar que lo planteado requiere claridad, determinación y efectividad en el manejo de la pandemia. Y que el proceso político, de cara a las próximas elecciones para presidente y congresistas, se lleve con madurez, seriedad y responsabilidad; en particular por la crítica situación que enfrenta el país, evitando propuestas populistas desestabilizadoras. Por ejemplo, el cambio de la Constitución, pues el impacto inmediato es justamente contra la inversión, por la inestabilidad e incertidumbre jurídica que genera, afectando precisamente la creación de empleo y agudizando el serio problema de la pobreza. Reflexionemos sobre el momento y circunstancias que vivimos, y cabalmente pensemos en el país. buscando con realismo y visión de futuro el mayor bienestar para la población.
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