Juan José García

Paradoja de la flexibilización cuantitativa infinita

Paradoja de la flexibilización cuantitativa infinita
Juan José García
24 de diciembre del 2015

Posibles efectos del alza de tasa de interés referencial en EEUU

Esta semana la Reserva Federal (FED), autoridad monetaria de los Estados Unidos, tomó la histórica decisión de incrementar la tasa de interés de referencia, de 0.25% a 0.50%. ¿Por qué histórica? Porque la FED ha operado con una tasa de interés de casi 0% en el periodo más largo en la historia de la humanidad, aproximadamente 10 años. Esta situación ha generado algunas incoherencias económicas en varios países del mundo. Por ejemplo, por tener el gran honor de que los bancos suizos salvaguarden los fondos de los ahorristas se tendría que pagar la módica tasa de 0.75% al año, lo que le da mucho sentido económico a la frase “ahorrar debajo del colchón”.

Regresando al tema central, ¿es importante el hecho de que los bancos comerciales tengan que pagar anualmente 50 centavos a la autoridad monetaria correspondiente, por cada US$ 100 que se presten, en lugar 25 centavos? En realidad, no. Desde mi punto de vista, el problema es que se está aplicando una política monetaria contractiva en una coyuntura económica global nada optimista y cuando EUA ya no tiene muchas herramientas disponibles para contrarrestar un enfriamiento económico (la política fiscal está descartada). En caso de que las condiciones económicas globales se deterioren, la FED podría verse obligada a aplicar uno que otro programa de flexibilización cuantitativa. ¿Qué onda con este bendito programa?

Para entrar en contexto, a raíz de la crisis del 2008-09 la FED aplicó una política monetaria muy agresiva: la flexibilización cuantitativa (QE por sus siglas en inglés). Esta medida fue patentada por los japoneses a inicios del año 2000, en un intento de luchar contra la deflación, pero aún puede calificarse como experimental debido a sus efectos desconocidos en el largo plazo. ¿En qué consiste? En que la autoridad monetaria emite dinero para comprar activos de largo plazo a los bancos comerciales, incrementando así la liquidez disponible en los mercados, facilitando el acceso al crédito y, a su vez, reactivando la actividad económica. El dilema es que los bancos centrales se están aprovechado de una coyuntura de “inflación controlada” para abusar de la flexibilización cuantitativa.

La dinámica de esta medida, de manera muy simplificada, es la siguiente: (1) el país A aprovecha el hecho de tener una “inflación baja” para aplicar una flexibilización cuantitativa, (2) la moneda del país A se debilita respecto a la del país B, (3) lo que facilita la persistencia de una “inflación baja” en el país B, (4) por lo que el país B también decide aplicar una flexibilización cuantitativa, (5) esto debilita la moneda del país B respecto la del país A, (6) por lo que el país A vuelve a aprovechar el hecho de tener una “inflación baja” para aplicar nuevamente una flexibilización cuantitativa, y así sucesivamente. De esta manera se generaría la paradoja de la flexibilización cuantitativa infinita.

El gran problema es que después de un tiempo de aplicada esta medida se empiezan a sentir los “efectos adversos” (redistribución de la riqueza, reasignación de recursos, burbujas financieras, etc.) y se generan consecuencias nocivas para los ciudadanos (incremento de la desigualdad, reducción del crecimiento del PBI, vulnerabilidad ante ciclos financieros). Entonces, el problema no es el incremento de la tasa de referencia per se; sino el efecto que tendrá dicha medida en el desempeño de la economía, en una coyuntura no muy favorable y ante un escaso repertorio de políticas de reactivación económica. ¿Le espera al mundo una epidemia de flexibilizaciones cuantitativas? Esperemos que no, pero lo sabremos en algunos meses.

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Por: Juan José García

Juan José García
24 de diciembre del 2015

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