Franco Germaná Inga
Odebrecht y las tres dimensiones del poder
Radiografía del poder de Odebrecht en el Perú.
El “poder” es uno de esos conceptos que usas cotidianamente, pero si te pido que lo definas quizás tengas más de una dificultad para hacerlo. Descuida, así nos pasa a la mayoría. Una manera didáctica de comprenderlo es la propuesta por Steven Lukes en su libro Power: A Radical View, en el que concibe al poder en tres dimensiones. Para explicarte la teoría de manera didáctica, pondré como ejemplo cómo Odebrecht ha ejercido de manera sistemática en el Perú cada una de estas tres dimensiones para beneficiarse.
La primera dimensión es el poder como “toma de decisiones”. Es decir, “A tiene poder sobre B en la medida en que A puede hacer que B haga algo que B no haría de otra manera” (Haugaard 2002, p. 6). Como ejemplo, Odebrecht tuvo poder sobre el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, debido a que —sobornos y lobbies de por medio— logró que esta institución le adjudique la buena pro del contrato, y así se hizo de sus millones.
La segunda dimensión es el poder entendido como la “no toma de decisiones” o la capacidad de “sentar la agenda”. En este caso, A tiene poder sobre B si puede impedir que B ponga en agenda temas que son contrarios a los intereses de A. Un ejemplo clarísimo de este escenario fue cuando se despidió en televisión nacional a la entonces procuradora anticorrupción Yeni Vilcatoma porque estaba siendo incómoda para Odebrecht al poner en la agenda nacional la necesidad de investigar a esta empresa. Ciertamente, esta dimensión es muy sutil ya que las “no decisiones” suelen pasar desapercibidas para la población debido a que solo mediante la inacción perpetúan el statu quo de las cosas; es precisamente por ello que esta dimensión puede ser potencialmente peligrosa si es utilizada para malos fines.
La tercera dimensión es el poder entendido como “control del pensamiento”. Es decir, A tiene poder sobre B, en tanto A pueda moldear las creencias de B, ya sea formando creencias favorables a “A” o imponiéndole restricciones internas en su accionar que también le favorezcan. Lukes (2005, pp. 143-144) lo define como “la capacidad de asegurar el cumplimiento y dominación a través de la formación de creencias y deseos, mediante la imposición de restricciones internas en circunstancias históricamente cambiantes”. Regresando a los ejemplos, tenemos cada vez más indicios de que Odebrecht moldeó nuestra percepción de Humala y Villarán, vendiéndolos como ovejas blancas a través de millonarias campañas publicitarias, cuando todo parece indicar que ambos fueron lo contrario.
Finalmente, las tres dimensiones del poder son un modelo didáctico para analizar la política, aunque no solo se limita a ella. El poder es omnipresente en las relaciones interpersonales, solo que suele pasar desapercibido. Incluso nuestro cerebro reacciona a él de manera inconsciente en determinadas ocasiones; por ejemplo, cuando cambias tu tono de voz cuando hablas con tu jefe. En definitiva, espero que después de haber leído esta columna entiendas al poder y estés más atento a sus sutilezas, ya que el diablo está en los detalles.
Referencias
Haugaard, M (2002). Power: A reader. Traducido del inglés por el autor. Manchester: Manchester University Press.
Lukes, S. (2005) Power: A Radical View. Second edition. [Online]. Traducido del inglés por el autor. Houndmills, Basingstoke, Palgrave Macmillan. Disponible en: http://lib.myilibrary.com.ezproxy.is.ed.ac.uk/Open.aspx?id=85996 [Consultado: 31 enero 2018].
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