Eduardo Zapata
No se puede
Para quienes viven presos de un falso positivismo
Ella es Lennia Matos. Directora del Doctorado en Psicología de la PUCP. Y es ferviente seguidora de las Teorías de la Autodeterminación y de las Metas de Logro. E investiga, siempre investiga. Y aporta.
Acaba de publicar un artículo muy interesante. Donde en un sentido amplio nos habla hasta de las ´promesas´ que solemos hacer por navidad y año nuevo. Pero sobre todo nos habla –y ya en profundidad– del “falso positivismo” que suele signar muchas de nuestras actitudes y expectativas. ¡Hay que ser positivos!, se suele repetir. Y de hecho pareciese que nos invadiera –por encima de la razón– hasta una interpretación más bien mágica de la numerología a propósito de los años nuevos. “Es como si le tuviéramos ´aversión´ a otras emociones”, nos dice Lennia Matos.
Y añade: “Si bien tener una actitud positiva puede llevarnos a sobrellevar algunas situaciones difíciles, tampoco se trata de negar que hay situaciones que nos provocan otras emociones”, afirma también la autora de la nota a la que hacemos alusión. Y esto es particularmente relevante respecto a la situación política y económica del país para este 2024, según los augurios de muchos analistas políticos que parecen vivir hace un buen tiempo –con sus comentarios acerca de los gobiernos– siempre ad portas de las ´mentes positivas´ y de los buenos deseos para el año que se viene.
De un tiempo a esta parte se puso de moda en los eventos deportivos que el público corease insistentemente el grito ´sí se puede, sí se puede, sí se puede…´. Podía estarse jugando con un rival muy poderoso, ir perdiendo ya y hasta constatar la superioridad del rival. Pero la sana ilusión de las tribunas albergaba ese grito por encima de razón alguna.
Sin embargo, el analista político no puede abandonar ni la razón ni el sentido de los hechos que acaecen. Tal vez el corazón quiera gritar como la tribuna, pero cuando vemos que no se puede, pues no se puede.
Ha transcurrido un año del gobierno de la señora Boluarte. Y en este período hemos visto debilitarse el concepto de autorictas y hemos asistido consecuentemente al alimento de todo tipo de subversión. Allí donde se necesitaba estabilidad institucional, hemos visto a una señora y a su primer ministro buscando un equilibrio inestable que les permita simplemente ´durar´, pactando con quien fuese. Con cualquiera que tenga voz mediática y mínima capacidad de organización.
Como lo dice Lennia Matos al final del artículo que comentamos: “Hay que darnos permiso para sentir”. Y sentir en política supone una mentalidad positiva apegada a la razón, y no solo a la emoción furtiva que puede causar alguna frase, gesto político o explotación de un desastre de la naturaleza.
Quedan dos años y medio de gobierno. Y el país requiere de un shock de confianza. Bien miradas las cosas, una mente positiva y un análisis racional nos deberían llevar a pensar que el logro de esa confianza está atado al cambio de Otárola, al nombramiento en su lugar de un profesional eficiente e independiente de la propia señora Boluarte y capaz, entonces, de nombrar ministros con las mismas características. Capaces así –con la voz del pueblo– de imponer una agenda que nos permita decir de verdad. ¡Sí se puede!
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