Victor Andres Belaunde Gutierrez
Negacionistas y escépticos
La esencia fundamentalista de la nueva “religión” ecologista radical
Negacionista es el epíteto elegido por la curia del Cambio Climático – esa que se reúne en Lima a un costo para el estado de US$ 90 millones – contra los “herejes” que cuestionan los dogmas de esta nueva iglesia.
Proviene del inglés denial (denialists). Surge en la posguerra (de la II Guerra Mundial) para describir a los movimientos neonazis que negaban el holocausto, actitud repetida por los terroristas del medio oriente y regímenes como el de los Ayatolás iraníes (y Assad padre, Saddam Hussein, la OLP, etc.).
El horror del exterminio de 5.7 millones de judíos (de una población total de 13 millones) hizo que el término de marras deviniera en signo de deshonor y escarnio. Ser tildado de negacionista en los Estados Unidos o Europa te convertía en un paria condenado a la más completa vergüenza y muerte social.
El tiempo pasa. Las víctimas de la palabreja no son ya los herederos del nazismo. El dardo venenoso del negacionismo se arroja ahora a los herejes y apóstatas del Cambio Climático.
El mensaje es pues claro: Los negacionistas no merecen respeto. Deben ser expulsados de la sociedad. Están casi al mismo nivel moral que el Jefe de Auschwitz o Treblinka.
¿Será entonces que totalitarios de todo cuño se convierten a esta fe porque les brinda una forma moderna de desaparecer a sus adversarios?
Escepticismo.
Entendido como una actitud de cuestionamiento a verdades impuestas o reveladas, es un cimiento fundamental del método científico. Se le llama escepticismo científico a la práctica de “cuestionar si (determinadas) afirmaciones están sustentadas por investigaciones empíricas y experimentos reproducibles” (Stemwedel, Janet D. (2008-01-29), "Conceptos Básicos: Las Normas de la Ciencia – tomado de http://en.wikipedia.org/wiki/Scientific_skepticism).
Los modelos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático y otros que sustentan las propuestas de políticas en reuniones como la COP 20, han fracasado en todos sus intentos predictivos. Este sólo hecho objetivo hace enteramente razonable y necesaria la duda y el escepticismo.
Sin embargo, los obispos del clima y sus acólitos convierten a este término en motivo de burla y sarcasmo; en un pecado algo menor que el negacionismo pero merecedor de casi igual sanción.
Se acusa a los escépticos de estar “en contra de la ciencia”, cargo no sólo falso sino también deshonesto.
Deshonesto porque los postulados científicos no son dogmas de fe. Por su naturaleza siempre están sujetos a cuestionamientos. Frente a una pregunta cualquiera, la mente científica replicará que “el estado actual del conocimiento señala que …” o “la experimentación realizada demuestra que …”; pero siempre dejando un espacio a que nuevos descubrimientos –una vez que sean comprobados empíricamente– aporten nuevas respuestas. Sin duda y sin escepticismo no hay ciencia.
¿Cuál será el desenlace de esta COP 20?
Por razones de política interna, el gobierno de Obama podría empujar con toda su fuerza un acuerdo internacional. Tendría cero chances de ser aprobado por el Senado de EE.UU., pero sí movilizaría al núcleo duro de sus ahora desmoralizados partidarios, convirtiéndolo en un caballo de batalla electoral para el 2016.
Pero como hemos dicho en otra ocasión, todo esto quedará en nada. Demasiadas mentiras tiene esta pseudo religión. Y con tanta pata coja, no se puede llegar lejos.
Por Víctor Andrés Belaúnde Gutiérrez
(11 - dic - 2014)
COMENTARIOS