Museo de historia natural

El Perú se ha convertido en un museo de historia natural. La gente es pesimista sobre el futuro, no hay liderazgo desde el gobierno y la sensación es de parálisis. Muchos proyectos permanecen sin ejecutar: En estos meses 23.834 proyectos públicos no avanzaron en lo absoluto: 2,063 del gobierno central; 19,578 de los gobiernos locales; y 2,193 de los gobiernos regionales. 

La sensación es tal que la parálisis parece cubrir todos los niveles de gobierno. Si en el plano ejecutivo es el desaliento de la inercia, qué decir de un Congreso que neutraliza todo lo que vaya a afectarlo, aunque prevalezca la impunidad en ética. Dina Boluarte no se va ni el Congreso se va y nadie se va, si no se van todos. Los mochasueldos no son sancionados como se debe y los Rolex “son un detalle intrascendente”; quedarse es su consigna. Lo único que les importa a los políticos es permanecer en el puesto, el poder es un asunto de sobrevivencia.

Tampoco se van los jefes de los organismos electorales. Si ellos eligen quedarse se quedan, aunque no se confíe en ellos, y si los jueces supremos no la ven, no la ven. Museo de historia natural, cementerio, todo lo que signifique inercia y estancamiento nos rige, como podría regirnos la fatalidad si el Congreso no le pone frenos a la posibilidad de que en 2026 algún sentenciado que ponga en riesgo la democracia y hasta la vida se haga del poder por los votos; nadie hace nada, aún con un proyecto de ley en mesa, el Pleno no se mueve. Inercia.

Podrán establecer estados de excepción, pero la criminalidad crece; porque no hay un plan de seguridad ni drones que sobrevuelen como en guerra, ni legislación especial que ponga en vereda a un Ministerio Público que es puerta giratoria de delincuentes… que para eso se fajan o son heridos o muertos los policías. Nadie hace nada. Inercia.

Si la presidenta Boluarte alcanzó a Alejandro Toledo en el récord de baja aprobación (7%) y el 90% no se traga el cuento de los relojes prestados es que, hasta la confianza de los peruanos en su gobierno, en sus coyunturas, en algo, es lo único que se mueve… solo que hacia abajo. Mejor ni escarbar para corroborar el índice de aprobación de las instituciones. Todo es inercia y descenso.

El “nos vamos todos”, resuena con los mismos decibeles de “queremos una nueva clase política”. Solo que cuando decimos “nueva”, debemos recordar que muchos son los congresistas nuevos, porque la gran mayoría no se reelige, y nuevos fueron alguna vez los los “mochasueldos” y demás joyas. Incluso ellos, los “ruidosos” y los “mercachifles”, podrían terminar ocupando escaños en el Senado (que permite una reelección bien solapa). Así, aquellas curules que brillaron con Felipe Osterling, Luis Alberto Sánchez, Enrique Bernales y otros más, podrían ser el bastión de algunos insensatos y avivatos que es mejor no mencionar.

Que 2026 sea un reseteo. Aunque lo mismo dijimos del bicentenario… y ganó Pedro Castillo.