Jorge Varela
Muerte y renacimiento del centro político-social
Una leve esperanza de resurgimiento
Cuando determinados grupos humanos (equipos o partidos) luchan tras el logro de sus objetivos para imponerlos en términos hegemónicos absolutos sin acatar las normas que regulan el desarrollo de la actividad correspondiente, ni su dinámica procedimental, ni la recta conducta –avasallando a árbitros e instituciones de control e intermediación–, surgen voces reclamando cordura y pidiendo ‘volver a centrarse’. Algo semejante a la voz “atrás, sin golpes”. Es lo que en política se denomina:‘retorno al centro’, al necesario e imprescindible equilibrio perdido durante la contienda.
Hoy es fácil constatar el comportamiento de grupos que juegan sucio, sin pundonor ni respeto por el adversario en la cancha pública, parlamentaria, administrativa o mediática, y actúan sin cumplir las reglas valórico-éticas de la democracia. Es un comportamiento deshonesto que se caracteriza por meter goles o golpes a la mala y al final perder el campeonato, generando desazón entre hinchas militantes, participantes y observadores.
La pregunta por el centro ausente
No debiera asombrar pues, el surgimiento de una cascada de artículos y enfoques en que analistas de signo distinto abordan el rol del centro político en países donde abundan radicales caóticos, ultristas ávidos de poder, refundadores extraviados y populistas exóticos.
Desde el exparlamentario socialdemócrata Jorge Schaulsohn y su artículo: “¿Qué es el centro político que todos quieren conquistar?”, al rector Carlos Peña y su columna “El centro existe”, hasta el analista Javier Sajuria y su casi personal cuestionamiento “Si el centro existe, ¿qué es el centro?”, la polémica se ha instalado en la plaza chilena. No son ellos los únicos intervinientes de un debate intenso y extenso que no exhibe señales de término.
El centro como sujeto social
En torno al concepto de centro se han emitido varias ideas. Carlos Peña expresa que el centro es un “sujeto social”. “Más que clase media, se trata de grupos medios que carecen de lo que antes se llamaba conciencia de clase y que, más bien, poseen apetito de estatus… Esos grupos medios sufrieron una profunda transformación como resultado de la modernización capitalista que Chile experimentó en las tres últimas décadas”. En opinión de Peña “el centro equivale a un sector que logra mediar los múltiples intereses que comparecen en la vida colectiva. Para usar un lenguaje marxista, el centro suele ser parte de un bloque de poder donde se mezclan diversos intereses de clases” (“El centro existe”. El Mercurio, 12 de febrero de 2023).
Javier Sajuria por su parte, habla de “un territorio en disputa entre quienes buscan llevar la bandera de la moderación” y “se ubican entre la izquierda y la derecha… El centro, como construcción social, no existe más allá de lo que cada uno busca en sus estrategias electorales… Donde sí existe el centro… es dentro de la élite”. Sajuria prefiere utilizar la expresión “ideal centrista”.
Una postura ambigua
Noam Titelman, hombre de Revolución Democrática y fundador del oficialista Frente Amplio, acota que: “es cierto que, para muchos, izquierda y derecha se han vuelto conceptos ajenos a su identidad, pero no es cierto que esto se traduzca automáticamente en una identidad centrista. Parece que la principal fuerza ideológica en el Chile actual es la de los ‘no alineados’ en el eje izquierda-derecha”. Ante la pregunta: ¿qué es el centro?, Titelman deriva a una segunda: “En lo particular, ¿es lo mismo que ‘no ser de izquierda ni de derecha’?” (“El centro centro”. Ex Ante, 18 de diciembre de 2022).
Otro enfoque: el centro como camino principal
En política existen hábitos absurdos y dañinos. Uno es el de transitar como rebaño dócil solo por rutas laterales llenas de baches. ¿Por qué caminar por los costados? ¿Por qué deambular orillando esos bordes cercanos al precipicio? ¿Por qué no avanzar por el ancho camino principal?
¿Cuál es el objetivo que se persigue? ¿Qué sentido tiene huir del centro político como ruta? Argumentos en contrario abundan en boca de izquierdistas y derechistas; dicen que éste es un camino híbrido que se pierde en el horizonte de las utopías frustradas y no llega al final.
Los que reniegan del centro político
Incluso un partido considerado por la ciudadanía como situado en el centro del espectro, la Democracia Cristiana, decidió domiciliarse hace años en la centro-izquierda. Uno de sus miembros zurdos, un ex-diputado ha escrito que “un partido que se define ‘de centro’ es un partido que carece de doctrina o que, si la tiene, la administra en función del acceso al poder. Ser de centro equivale a renunciar a las transformaciones y pasar a administrar el orden establecido o, lo que es peor, actuar como bisagra para tener poder, pero nunca conducir... “cuando (la DC) se transformó en un partido de centro comenzó su decadencia, cuando cundió el temor a la justicia y se optó por el orden del modelo, porque eso era el centro” (Andrés Palma. “El caminar de la DC”. La Fontana, 20 de noviembre de 2022).
Más, debido a razones no expuestas, Palma desconoce específicamente que a su otrora poderosa colectividad el destino le ha sido adverso por insistir en izquierdizarse contra doxa-natura. Ya sin luces que la orienten ni fuerzas que la sustenten, sin apoyo electoral –anémica y lánguida–, se acerca a un peligroso punto de extinción. Una situación parecida afecta al cacareado Socialismo Democrático, ente que desde hace décadas persiste en degradar su maltrecho y raído ideario.
Los que aman al centro político como espacio abierto
Jorge Schaulsohn dice que “el centro político es más bien un espacio que se caracteriza por la mentalidad abierta, la capacidad de entendimiento, la sensibilidad social, la racionalidad, el realismo y, sobre todo, por el compromiso congruente con los derechos humanos de todos, especialmente de los más débiles y de los que menos posibilidades tienen. La mentalidad abierta presupone una inclinación a superar el pensamiento ideológico y bipolar… El espacio de centro no es necesariamente patrimonio de la izquierda o de la derecha… El espacio del centro político es reformista y busca mejorar las condiciones de vida de la gente” (“¿Qué es el centro político que todos quieren conquistar?”. Ex-Ante, 10 de febrero de 2023).
Una leve esperanza de renacimiento
Pensar que hace menos de ocho años un personaje concertacionista sentenciaba: “El espacio político de centro se ha licuado… la posición de centro es claramente minoritaria; tampoco es correcto asimilar centro con clases medias, que han tenido un notable incremento en las últimas décadas” (Jose Antonio Viera-Gallo. “La ilusión del centro político”. 11 de junio de 2015).
Lo paradójico es que desde esas mismas viejas entrañas aún vivientes –sociales, democráticas, agnósticas y cristianas– han surgido esperanzas de un renacimiento del centro político. El nuevo partido Demócratas Chile aspira a ocupar el espacio baldío que dejó la ex-Concertación. A su vez Amarillos por Chile proclama una nueva encarnación de realismo y cambio gradual, de reforma y pacto social, de diálogo y equilibrio, de justicia y libertad con estabilidad. En síntesis, un verdadero compendio de racionalidad, moderación y sentido común.
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