Juan Carlos Valdivia
Mientras tanto…
Sobre la situación actual del país y lo que debería hacer el presidente Humala.
Mientras el Presidente y su esposa se encontraban rodeados de platos gourmet preparados con quinua, chocolate peruano y otras delicatesen, y bebían coctelería en base a pisco junto con la delegación presidida por el Primer Ministro chino, el Presidente del Consejo de Ministros, Pedro Cateriano, se hacía un tiempo para anunciar que el gobierno había decretado el Estado de Emergencia en la provincia de Islay.
Ayer domingo, mientras nos enterábamos de la fuga de Martín Belaunde Lossio en Bolivia –justo cuando supuestamente el gobierno peruano hacia los trámites para consumar su extradición-, el ministro del Interior izaba la bandera nacional en la comisaría de Cocachacra, en señal simbólica que anunciaba que el Estado había retomado el control de esa zona, donde por casi dos meses mandaban –para vergüenza del gobierno nacionalista de Ollanta Humala- las huestes de Pepe Julio y sus lentejas.
Y mientras Nadine Heredia se veía obligada a cancelar su participación en las celebraciones por su cumpleaños, doña Keiko celebra el suyo con una bicicleteada en Piura, y otro candidato, Alejandro Toledo, de manera irresponsable se sumaba al pliego de reclamos del Sutep, anunciando un “tiamariazo” en el sector docente para los próximos días, en busca de detener la más importante reforma de los últimos años: de la educación pública.
En el Congreso, mientras tanto, nos enteramos en una semana que un congresista de Solidaridad Nacional sigue contratando empleados a cuenta del presupuesto nacional para que trabajen en su empresa, y que un congresista del nacionalismo sigue con práctica delictiva de pedir cupos a los empleados que trabajan en su despacho congresal. Todo debidamente documentado por los medios de comunicación, y ocultado por sus colegas congresistas.
Y mientras esto pasa en el país, en un tribunal arbitral internacional se confirma que el consorcio que administra el gas de Camisea ha venido sacándole la vuelta al Perú con la exportación del gas que hace a México, lo que supondría una sanción de parte del “nacionalista” gobierno de Ollanta Humala.
Mientras nuestros políticos buscan asesores extranjeros que los ayuden a maquillarse para las próximas elecciones, nuestras ciudades se llenan de sangre. Y no se trata de sicarios del narcotráfico ajustando cuentas, sino también de micro-mafias que buscan extorsionar a sus vecinos. Son organizaciones que garantizan “seguridad” a pequeños comercios locales a cambio de un monto de dinero o el asesinato de quien no acepta. Trujillo, Chimbote, San Juan de Lurigancho, en cualquier lugar donde el Estado no aparece, entonces brotan las mafias y su orden.
Nos aproximamos a las elecciones generales del 2016, con un gobierno que aparece débil y sin poder plantear una agenda mínima que le permita dejar en orden el país el siguiente año. Parece más preocupado en seguir gobernando sin dialogar, ni buscar consensos.
El tiempo que falta hasta el 2016 puede ser determinante. Con un partido gobernante que ha perdido en los hechos la conducción del Parlamento y que por falta de determinación también pierde el control de zonas del país. Amenazado por la izquierda y abandonado por la derecha, Ollanta Humala debería tomar acciones para garantizar que entregará al final de su mandato un país en recuperación y no uno sin control.
Por Juan Carlos Valdivia
25 – May – 2015
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