Luis Gonzales Posada
México: locura presidencial
AMLO continúa agrediendo al Perú
Resulta inevitable escribir sobre el presidente de México, Manuel Lopez Obrador (AMLO), que ha desarrollado un odio visceral contra nuestro país. Ahora ha llegado al extremo psicótico de anunciar que viajará en visita oficial a Colombia y Chile, pero que no pasará por el espacio nacional porque teme que hagamos "una trastada". Ante ese riesgo, construido por su extravagante imaginación, no le importa demorarse una hora y media más en llegar a su destino.
¿Pensará acaso que nuestras autoridades no permitirían que su aeronave sobrevuele el Perú o quizás que aviones de guerra de la FAP lo interceptarán? Cualquier hipótesis es posible en una mente perturbada, que ha ido escalando su animadversión hacia el país y destruyendo –por ahora– las históricas buenas relaciones entre dos pueblos hermanos.
AMLO inició esta deplorable ofensiva el 12 de diciembre del 2021 enviando a Lima al ministro de Hacienda, Rogelio Ramírez, con una delegación diplomática con el propósito de respaldar a Pedro Castillo ante la presentación de la primera moción de vacancia en el Congreso. En Palacio Nacional informó a la prensa que tomó esa decisión porque el profesor chotano lo había llamado para expresarle que era objeto de una implacable persecución política de quienes no aceptaban que un maestro pobre de provincias asumiera la primera magistratura. Castillo, según AMLO, informó que "cuando caminaba por las calles de Lima las pitucas, que son las equivalentes a las "fifis", se tapaban la nariz y que no querían dejarlo asistir al Congreso con su vestimenta autóctona y sombrero".
AMLO sabía que lo dicho por Castillo era un invento y que esos incidentes no sucedieron ni fueron registrados en algún medio de prensa. Y, sin duda, su embajador debe haber notificado a la Cancillería mexicana que esos hechos no ocurrieron. Pero AMLO quería que su narrativa fuera verdad, y por ello acrecentó una política esquizofrénica de hostilidades y agravios contra el Perú, tachando a la mandataria constitucional, señora Dina Boluarte, de "usurpadora".
Sostuvo, entonces, que Castillo fue objeto de un golpe parlamentario impulsado por grandes empresas extranjeras aterradas de que afecten su patrimonio, especialmente en proyectos vinculados a la minería. López Obrador, empero, olvidó que la mayor corporación minera es la Southern Copper Corporation (de capitales mexicanos), que América Móvil tiene un vasto mercado de telefonía y fibra óptica, y que el Banco Azteca está en expansión. Ignoró, asimismo, que la inversión mexicana en el Perú se acerca a US$ 20,000 millones, la segunda más potente de la región, después de Brasil.
AMLO ha intervenido en asuntos internos en sesenta ocasiones. Y en el apogeo de su perturbación se negó a transferirse la presidencia de la secretaría pro tempore de la Alianza del Pacífico, conforme lo obligaba el acuerdo base suscrito por las cuatro naciones. Falta un año y dos meses para que AMLO culmine su desastrosa gestión, que registra el mayor récord de asesinatos de su historia, sumado a que un tercio del territorio está controlado por los cárteles de la droga. En ese plazo solo podemos esperar más agresiones, ofensas y calumnias que debemos rechazar pero también comprender, porque provienen de un sujeto mononeuronal que demanda urgente tratamiento psiquiátrico.
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