Giancarlo Peralta
Mediocridad aterroriza las aulas
Sindicatos de maestros conducirán las próximas protestas
Cuando el Fenatep –organismo generado por el Movadef , que a su vez es una entidad de fachada de Sendero Luminoso– anuncia que conducirá las protestas de junio próximo y que saldrían armados en defensa del ex presidente Pedro Castillo, el más inepto gobernante que registra la historia republicana, lo que están haciendo estos grupos es ratificar su desprecio por la enseñanza de los hijos de los menos favorecidos, a quienes dicen defender. Y los dejan desguarnecidos ante las exigencias del presente y, con mayor razón, a las del futuro.
Al igual que lo hizo Pedro Castillo durante las paralizaciones de las labores docentes en las escuelas públicas en 2017, ahora quien pretende una reedición de Perú Libre para llegar al poder a través de otra plataforma política es Moisés Chipana, actual secretario general del Fenatep. Mientras no se haga un esfuerzo fiscal significativo para atraer a la carrera docente a jóvenes con vocación y más competitivos, el país seguirá en riesgo de caer en manos de estas bandas delincuenciales que, una vez aupados al poder, solo buscan su propio beneficio.
La plataforma educativa siempre fue un predio de las izquierdas, desde la versión más rosada hasta el rojo carmesí. Y pasando por el oportunismo caviar, siempre acomodaticio, siempre dispuesto a aliarse con quien llegue al poder, afirmando que son “técnicos” al servicio del Estado, que saben lo que el país requiere cuando no están en el poder, ofreciendo sus soluciones a través de generosas consultorías. Pero, cuando ejercen el poder se olvidan de sus propuestas para seguir medrando del tesoro público.
En la actualidad, se estima que el magisterio está integrado por más de 400,000 profesores, la mayoría de ellos con muy bajas calificaciones para ejercer la docencia. Por eso es que se niegan a ser evaluados; o cuando tuvieron en el poder a Castillo, conseguían el examen previamente a la fecha de su aplicación para apoyar a sus colegas, previo pago “solidario” por supuesto.
Pero, ¿cuándo empezó todo este desmadre? Cuando el gobierno militar, en lo que se denominó su Primera Fase (de 1968 a 1975), presidido por el general Juan Velasco Alvarado, decidió reducir las horas de estudio para que en la misma infraestructura se pueda albergar a un mayor número de estudiantes. Se establecieron tres turnos, mañana, tarde y noche. En adelante, los niños y jóvenes del primer turno quedaban sin estudiar a las 13 horas, ya no había que retornar a la escuela. Los padres trabajaban y la juventud perdía el tiempo en calles, plazas o jugando al fútbol sobre las pistas. La libertad se convirtió en libertinaje para un sector de los jóvenes, y el liderazgo no fue ejercido necesariamente por el mejor, sino por quien se imponía en función a la violencia que ejercía.
Por supuesto, el gobierno de entonces no tenía cómo cubrir las nuevas plazas docentes que se requería y dio cabida en el magisterio a varios antecesores y actualmente émulos de Pedro Castillo, mediocridad por donde se le mire. Cientos de miles de personas con menores calificaciones simulaban ser maestros. El sindicato conocido como SUTEP, controlado por una de las facciones de izquierda, Patria Roja, encontró en los nuevos maestros un bolsón electoral. La oferta era y es: “Yo te elijo, pero tú defiende mi sueldo a pesar de mi incapacidad”.
Ese acuerdo nefasto tiene como resultado la baja calidad de los aprendizajes de los alumnos en las pruebas de evaluación internacional (PISA) de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). La mediocridad dificulta el desarrollo del país, peor aún si tienen de la mano a la corrupción embadurnada de política.
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