Guillermo De Vivanco
Más gerencia, menos política
Demagogia y populismo son nuestros mayores enemigos
La caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, supuso el fin del comunismo como modelo de desarrollo. Se consagró el triunfo de la libertad y el reconocimiento de que el ser humano es un fin en sí mismo, y no un medio al servicio de sociedades utópicas. En el Perú la experiencia comunista, liderada por Juan Velasco Alvarado, trajo pobreza y significó un retroceso de más de una década en nuestro desarrollo. El estado empresario, corrupto e ineficiente fracasó rotundamente y sus pérdidas las pagamos todos los peruanos. Hay una diferencia entre la óptica del marxismo que ve el capitalismo como acumulador de riqueza y no como lo que es: promotor del desarrollo. El dinero no es el fin; es la herramienta necesaria para generar empresa, luchar contra la pobreza y generar trabajo y bienestar a sus sociedades.
Ante la actual coyuntura crítica, por las crisis sanitaria y económica, lo que se necesita es menos política y más ideas, más convocatoria, mejores equipos y más gerencia. Dice Acemoglu y Robinson, en su libro Por qué fracasan los países: “En contraste con las hipótesis de la geografía y la cultura, Perú no está condenado a la pobreza debido a su geografía ni su cultura. En nuestra teoría, Perú es mucho más pobre que Europa Occidental y Estados Unidos hoy en día debido a sus instituciones”. Una realidad y un desafío: el Covid-19 y sus consecuencias nos han puesto en un punto de inflexión, la vida nos cambió sorpresivamente y nada volverá a ser como era antes. También hemos visto nuestra radiografía social: informalidad, precariedad económica, pésimos servicios sanitarios y una elite burocrática autosuficiente, que gobierna sin conocer la idiosincrasia del gobernado y con un marcado sesgo populista, y con muy poco autocrítica y ningún sentido de urgencia.
Esta urgencia se agravó conforme se prolongaba la cuarentena. El hambre volvió insensata la obediencia, y se produjo un desborde popular: miles de provincianos queriendo regresar a sus tierras, sin poder hacerlo, y otros cientos de miles con sus negocios cerrados. Se nos planteó un dilema, salud o economía, válido inicialmente; pero ridículo con el paso de las semanas. Una vez desbordada la cuarentena se fijan fases para la reactivación económica y protocolos de cumplimiento obligatorio, pero en muchos casos imposibles de cumplir. ¿De qué sirve “el certificado”, de salir negativo al coronavirus, como requisito para entrar a Gamarra? Se debería sacar uno diario, ¿o el que tengo me sirve sin fecha de caducidad?
El Gobierno debe convocar al sector privado, necesita un equipo con los mejores gerentes. La decisión de firmar con Inglaterra el convenio para seleccionar y ejecutar los proyectos de inversión implica un marco legal excepcional que elimina interminables trámites. Esta simplificación administrativa permitió cumplir en fecha y presupuesto las obras de infraestructura que fueron ejecutadas impecablemente para los juegos Panamericanos. ¿No deberían convertirse en permanentes?
La coyuntura crítica, el estado de ánimo de la población y la urgencia de reactivar la economía y combatir la pobreza requieren medidas excepcionales en todos los sectores. Es momento oportuno para impulsar, con valor y determinación, todos los proyectos de inversión encarpetados y boicoteados. La demagogia y el populismo son nuestros mayores enemigos.
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