Giancarlo Peralta
¿Más escuelas o el despilfarro en Petroperú?
Petroperú y la refinería de Talara son dos de los más grandes fracasos para el Perú
Petroperú es una empresa ineficiente por los actores políticos que han tenido a su cargo su administración, ha sido empleada como botín por los diversos gobiernos de turno; sin embargo, para impedir su privatización en los años noventa del siglo XX, los izquierdistas argumentaban que era estratégica para el desarrollo nacional.
La última barbaridad en términos económicos y, a su vez, el gran engaño para la población de menores recursos fue que la modernización de la refinería de Talara iba a resultar muy beneficiosa, sobre todo, porque se invertirían US$1,600 millones (cuando en realidad, los estimados más optimistas indican alcanzará los US$7,200 millones) y se lograría ofrecer a los consumidores un combustible de mayor calidad, menos contaminante y a menor precio. Ninguna de las dos premisas se ha cumplido en la magnitud que requiere el país.
El Perú consume 230,000 barriles de petróleo por día y tan solo produce 40 mil barriles diarios, la diferencia hay que importarla, pagando por ellos el precio internacional, es decir, el que establece la ley de la oferta y la demanda. En otras palabras, la única manera que baje efectivamente el costo de algún bien o producto es que se incremente su producción y que la demanda se mantenga estable. Sucede lo contrario cuando el consumo del carburante se incrementa y la producción no lo hace al mismo ritmo, en este último escenario, los precios suben y acceden a ellos quienes tienen una mayor capacidad de compra.
Con esto queremos remarcar que la variación de los precios no depende de la buena o mala voluntad de un gobernante, si efectivamente quiere que los productores oferten sus productos a precios rebajados, lo que tiene que hacer es promover la inversión en exploración y explotación petrolera y liquidar ese mal ejemplo que representa la petrolera del estado.
Por donde se le mire, Petroperú y la refinería de Talara representan un fracaso más para el Perú, los únicos que defienden este despropósito son sus directivos, principales beneficiarios de esta obra. Con esa suma de dinero, US$7,800 millones, el gobierno ha podido proporcionar agua potable en todo el país durante las 24 horas del día, mejorar la infraestructura de los colegios públicos (tengamos presente que muchos de estos no cuentan con servicios higiénicos, algo que resulta indispensable.).
En el país no es que falte dinero, lo que existe es una mala gestión de los recursos públicos, poca empatía de la burocracia con los menos favorecidos e inclemencia o gran cinismo de algunas autoridades. Si le preguntásemos a los ciudadanos ¿prefieren que se invierta en establecimientos de salud, en las instituciones educativas del estado o en seguir subsidiando a Petroperú? La respuesta cae de madura. Es tiempo de deshacerse de los muertos vivientes que anidan en el aparato estatal.
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