Davis Figueroa
Manual para sobrevivir a la nueva normalidad
Lo que callamos los peruanos
“El dogma de que el Estado o el gobierno es la encarnación de todo lo bueno y benéfico, y de que los individuos son unos subordinados despreciables, dedicados exclusivamente a causar daño a su prójimo, por lo que necesitan estar bajo un tutor, casi no se discute en la actualidad. Resulta sacrílego refutarlo, por más suave que sea la forma en que se haga, y a quien proclama la deidad del Estado y la infalibilidad de sus sacerdotes, los burócratas, se le considera como un estudioso imparcial de las ciencias sociales. En cambio, quienes objetan tal estado de cosas son considerados como hombres imbuidos de prejuicios y como estrechos de criterio”.
Ludwig von Mises – Caos planificado
Bienvenidos a la nueva normalidad del Perú y su Gobierno que, luego de largos y agobiantes meses de encierro domiciliario, permite hoy a la mayoría de individuos salir a transitar las calles. Después de casi 150 días de cuarentena, casi todas las regiones pudieron ver la luz, con excepción de algunas que, por obra y gracia del desgobierno, ya van contando más de 190 días de encierro hasta la fecha de publicación del presente manual.
Ya no veremos más militares y policías adustos, investidos de poder estatal, abofeteando y mentando madres de muchachos que juegan al fútbol en las calles. No nos regodearemos más de las detenciones y sanciones de miles de comerciantes, trabajadores ambulantes, conductores y violadores del toque de queda impuesto por el Gobierno. No nos desternillaremos más al ver a individuos siendo violentados y forzados a ejercitarse sin ton ni son por los efectivos uniformados, para luego ser obligados a pernoctar en los patios de armas y costear onerosas multas al día siguiente.
Recuerda que aún tienes la oportunidad de ser influenciador o influencer (suena más chic) en tiempos de la Covid-19, por lo que deberás grabarte en video en tu lujosa casa de campo –justo al lado izquierdo de la piscina, mientras sostienes un martini con limón y hielo– dando recomendaciones y advertencias repetitivas a tus potenciales seguidores. Recuerda que tu eslogan principal e invariable debe ir precedido del hashtag: #QuédateEnCasa.
Si eres uno de los siete millones de peruanos que ha quedado desempleado o bajo el régimen de la suspensión perfecta de labores, y deseas invertir tus ahorros o dinero de la AFP en un negocio, recuerda que deberás poner a prueba tus habilidades en informática para acceder al Centro de Servicios Virtual de la Sunat y formalizarte. Luego deberás tramitar virtualmente la licencia de funcionamiento en la municipalidad respectiva, y esperar aproximadamente un par de meses a que atiendan tu pedido, si es que sus ediles no están gozando de vacaciones de cuarentena. Si salvaste el anterior obstáculo burocrático, deberás invertir el 30% de tu capital en las medidas de bioseguridad y control que ahora exige el Gobierno. Por último, deberás rezarle a san Judas Tadeo para conseguir clientes en plena recesión económica, y esperar a que no te clausuren el local por falta de alguna pegatina informativa sobre la Covid-19.
Si eras un trabajador independiente (formal o informal) hasta el advenimiento de la cuarentena, los bonos del Gobierno te sacarán de apuros económicos, aunque no formes parte del sector de la población vulnerable. Solo debes creer a pies juntillas en las palabras del Poder Ejecutivo y Legislativo, pues somos una nación de creyentes.
Si deseas ir al banco porque aún te quedan unos pocos ahorros, o deseas cobrar algún bono del Gobierno, por favor, no olvides llevar un banquito, una sombrilla, bloqueador solar, un periódico, el best seller de Rhonda Byrne (El secreto) y un smartphone con datos ilimitados. Aguarda apaciblemente entre tres y cinco horas mientras te desinformas, ojeas, chateas o compartes memes.
Si eres estudiante universitario, despreocúpate, no verás frustrado tu deseo de profesionalización, la Superintendencia de Educación Superior Universitaria (alias Sunedu) ahora aprueba la educación superior a distancia que por tanto tiempo ha proscrito. Sin embargo, las 47 universidades no licenciadas por la Sunedu seguirán cerradas y sus miles de estudiantes/egresados seguirán siendo ignorados, por lo que la oferta educativa será escasa y onerosa. En esta misma línea, si eres interno de ciencias de la salud y quieres luchar contra la Covid-19 o simplemente deseas culminar tu internado, será mejor que busques un empleo de medio tiempo, la Sunedu y sus empleados remotos no moverán un dedo por ti, y te redirigirán a la defensoría universitaria virtual de tu casa de estudios, la cual tampoco hará nada por tu situación.
Es normal que alrededor de 867 obras públicas (según la Contraloría) nacionales y de las distintas regiones del país sigan paralizadas, comprometiendo casi S/ 17,000 millones del erario público. Mientras tanto, continúa la contratación de personal y adendas para gente que trabaja remotamente con su imaginación.
Si quieres ver televisión, prepárate para ver las más notables cortinas de humo de la prensa prostituida. Los noticieros contarán muertos por la Covid-19 cada día, responsabilizando a los ciudadanos y no al desgobierno. Presentarán reportajes en los que se anatematiza a gente sin recursos que busca ganarse el pan diario, mientras que la burocracia –pese a su absentismo laboral de medio año– todavía conserva su empleo y remuneración intangibles.
Ten en cuenta que también forma parte de la nueva normalidad que el presidente Vizcarra esté envuelto en escándalos –al mismo estilo de un talk show de Laura Bozzo– protagonizados por secretarias, audiófilos mediocres y bufones. Asimismo, el Congreso –con su protagonismo pueril y oportunismo inquisidor– no perderá la ocasión de emplear nuevas tretas para satisfacer sus intereses seudopolíticos. La rivalidad de los poderes no cesará, no iremos de izquierda a derecha o viceversa, sino hacia abajo.
Por último, ten presente que la nueva normalidad podría tener a un exfutbolista como candidato presidencial para los comicios del 2021, en clara inobservancia del principio de incompetencia de Peter y del famoso aforismo de Ortega y Gasset, el cual prescribe que “todos los empleados públicos deberían descender al grado inmediatamente inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes”.
COMENTARIOS