Juan Carlos Valdivia
Los técnicos se alquilan
Carecen de visión de corto plazo y están más preocupados por lo estructural
Uno de los problemas que se identifica en el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski es la ausencia de políticos y el exceso de los llamados “técnicos”. Es que en teoría se buscan administraciones asépticas, liberada de los microbios de la política partidaria y personajes sin aspiraciones de trascendencia. Esto tiene algunos beneficios, pero también problemas evidentes.
¿Por qué se nombra técnicos? Hace un siglo, Víctor Andrés Belaunde decía respecto a Leguía que se nombraba funcionarios y no personalidades “que despojan por completo al ministro de su alta investidura política y de la indispensable independencia personal”. Afirmaba que en ese entonces los ministros se convertían en meros secretarios porque habían perdido dos de sus cualidades: su competencia profesional y la inclinación dimisionaria.
Posteriormente, otro socialcristiano, Luis Bedoya, en un debate por la elección a la alcaldía de Lima en la década de los sesenta, reafirmó la necesidad del político —aquel que toma decisiones, aquel que tiene una visión de la sociedad— con la histórica frase: los técnicos se alquilan.
Hace unos días, en sus palabras inaugurales (discurso es mucho decir) ante el CEO Summit de APEC, el presidente Kuczynski se quejaba de que los opinólogos decían que no sabían a dónde iba su gobierno. “Claro que sabemos a dónde vamos” afirmó. Entonces, cuando se esperaba una explicación del modelo de sociedad a la que aspiraba, paso a otro tema. La duda se mantuvo.
Hay que decir que los técnicos no son impolutos. Los hay de derecha y también de izquierda. Los que creen solo en el mercado, y los que defienden el rol del Estado como regulador. Y el presidente Kuczynski los ha escogido en la medida que se adapten a su estilo. Entonces, ¿Cuál es el problema con los técnicos en este gobierno? Que carecen de visión de corto plazo. Como buenos técnicos, están preocupados de las grandes transformaciones, de resolver los problemas estructurales, de las reformas de segunda generación.
Las metas de corto plazo no están dentro de su planeamiento estratégico. Los problemas cotidianos les son ajenos. El premier y sus ministros se exhiben en el transporte público, pero en horas donde el flujo de pasajeros es menor. Pero por lo general los vemos movilizándose con autos de protección y motos que los liberan de la congestión vehicular, mientras los ciudadanos sufrimos por el mismo tráfico y por la ausencia de policías en las calles. Los hospitales públicos están desabastecidos, pero vamos por cuatro meses de gestión y el problema no se resuelve; hasta que se tenga una solución integral. ¿Cuánto tiempo? El que sea necesario. Los precios en los mercados suben, y entonces se da una respuesta técnica, sin entender que políticamente cualquier incremento de precios afecta la popularidad de los gobiernos.
Lo cotidiano no necesariamente se contrapone al largo plazo. Los gobiernos deben responder a las urgencias de la población. No hay que olvidar que se atribuye a un economista grato para PPK, John Maynard Keynes, la frase: “A largo plazo, todos estaremos muertos”.
Juan Carlos Valdivia
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