Renatto Bautista
Los enemigos internos de la civilización occidental
El marxismo cultural quiere destruir al Estado-Nación y a la familia
La civilización occidental –que se encuentra respaldada en los valores y tradiciones de tres ciudades históricas: Atenas, Roma y Jerusalén– ha permitido que casi la mitad del planeta viva en libertad económica y política. Pero desde mayo de 1968 se han mantenido, lamentablemente por mucha pasividad de las elites, enemigos internos que diariamente socavan la grandeza de los fundamentos de nuestra civilización.
Por ejemplo, mientras el nazismo es justamente repudiado, lo mismo no pasa con su primo hermano que es el comunismo, tolerado por esa falacia acerca de que la democracia debe soportar todo, a pesar de que se pretende socavar la democracia representativa para la instauración de una dictadura totalitaria al estilo de Cuba, China y Corea del Norte que son regentadas por el Partido Comunista desde más de seis décadas. Como reitero, desde mayo de 1968 se permite una hegemonía cultural (academia, arte, cine y un largo etcétera) de todas las caretas del comunismo, desde el más ortodoxo hasta el “más suave” que es el llamado woke. Este último supuestamente se preocupa por las minorías, pero lo que más hace es destruir dos principios fundamentales en Occidente: la igualdad ante la ley y la presunción de la inocencia que nos asiste a todo ciudadano.
Indudablemente, la llamada “ideología” woke ha degenerado en la mayor ridiculez. Como muestra está Disney que ha lanzado una pareja de Mickey y Minnie gays con el obvio objetivo de que los niños se identifiquen con los colores de la bandera LGTB. E decir, estas elites woke están obsesionadas en impedir que los niños tengan una infancia regular. De esa vil manera pretenden evitar que crezcan con la referencia de dos sexos (algo que se demuestra biológica y genéticamente), de la familia que es el último baluarte de nuestra civilización, y la lógica intención de formar una linda familia.
Terriblemente, el marxismo cultural, hoy llamado woke, tiene dos grandes fantasías: Destruir al Estado-Nación y a la familia para “formar” esclavos, con la reingeniería social que pretenden ejecutar en este siglo. Por eso, a modo de conclusión, hay que combatir estas propuestas para asegurar que los aspectos positivos de la civilización occidental se mantengan para las futuras generaciones.
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