Raúl Mendoza Cánepa
Lecciones de un periodista
La ética profesional de Javier Darío Restrepo
Resulta aleccionadora la cátedra de ética periodística que nos ofrece el periodista colombiano Javier Darío Restrepo en el diario El Comercio (entrevistado por Milagros Asto en la sección Posdata). La entrevista me trajo reminiscencias de muchas de sus frases previas, como la que asume la excelencia como una construcción, la que nos convence que el periodismo no es un poder sino un servicio, o la que sugiere que es lamentable que la ética se flexibilice por urgencias mercantiles.
El periodista colombiano no cuestiona del todo la formación periodística en las universidades, pero es una muestra viva de que el periodista se autoconstruye. Quien escribe esta columna nunca ha pasado por una facultad de periodismo, más sí por una de Derecho. Son circunstancias iniciales que el destino se encarga de encauzar, y el esfuerzo de modelar y complementar. Javier Darío Restrepo, como nos advierte la entrevista, es maestro de periodismo, pero “fue sacerdote por 17 años. Trabajando en el periódico mural en un seminario de Manizales descubrió que había nacido para ser periodista. Dejó la sotana y hoy predica sobre rigurosidad e integridad con el respaldo de casi sesenta años en el ejercicio de la profesión”.
Sumemos criterios. Ejercicio y perfeccionamiento, observación, conocimiento, rigor, método y estilo. Estas son las cualidades de un buen periodista, como lo es la honestidad o el amor a la verdad, para lo que no se requiere una formación académica formal en la materia. Las aulas no nos hacen más éticos. La autocrítica y el work in progress de la actividad y la vida son los mejores perfeccionamientos para quien trabaja en un diario o en una revista.
Asto señala: “Un periodista no puede casarse ni con Dios…” y el periodista colombiano continúa la frase: “El periodista debe ser libre para hacer su trabajo. La libertad para el periodista es tan importante como sus brazos o sus piernas”. Como ex sacerdote, asume que su compromiso con la verdad une la misión religiosa con la periodística. No se trata de satisfacer los caprichos del lector, porque sería servirlo mal.
Vale añadir que no hay buen periodismo sin buenos lectores. Si estos premian el escándalo y el periodista no desea quebrar el medio, lo que se tendrá es una elucubración lejana del hecho, una ficción, la decadencia y muerte del periodismo. A veces los periodistas prefieren destruir las honras en favor de las ventas. Pueden destruir la vida de una persona sin indagar ni tocar materia jurídica. La presunción de inocencia está lejos de sus saberes.
Javier Darío Restrepo es una autoridad y pocos se atreverían a refutar la sustancia moral de sus palabras. Quizás los colegios de periodistas (tan exigentes para cerrar el área a los “intrusos”) no aprobarían lo que señala con razón. “No creo que se deba dar un valor absoluto a la formación que brindan las universidades. Alguna vez en el Círculo de Periodistas de Bogotá se planteó ese tema y alguien destruyó todas las deliberaciones diciendo: ‘Gabriel García Márquez fue un periodista total y nunca tuvo formación profesional’”. Desde luego la lista es larga. Sin embargo, un antropólogo, un sociólogo, un filósofo o un autodidacta que tengan visión periodística clara, no podrían ocupar altos cargos en las comunicaciones del Estado. Quizás usted ya esté pensando en nombres claves que nunca podrían ser jefes de informaciones en alguna institución estatal.
El periodista colombiano señala que el papel no va a desaparecer. “Jeff Bezos, el director ejecutivo de Amazon y dueño de The Washington Post, ha vuelto al papel”. La tradición manda, incluso en los libros.
El periodista culmina la entrevista con una frase de Kapuscinski: “Para ser buen periodista primero hay que ser buena persona”. Quizás haya malas personas bastante disciplinadas con la verdad periodística y beatos que no la atinen en el ejercicio de buscar la verdad. Pero siempre sospecharemos de los primeros, y el periodismo es credibilidad y decencia. Lo cierto es que el magisterio del periodismo reside en el amor a la verdad, la honradez, la cultura, la pluralidad y la razón que prescinde de emociones (el periodismo viene pésimo con el ejercicio de la antipatía). Si la decencia vende, significa que el lector ha evolucionado. De todos (periodistas y lectores), depende que no estemos lejos de ese ideal.
Raúl Mendoza Cánepa
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