Franco Germaná Inga
La última batalla del presidente
Análisis de la vida y futuro políticos del presidente
Mientras escribo estas líneas a Ollanta Humala le quedan tres días como presidente. Estoy intrigado acerca de cuál será su futuro político, especialmente cuando aún le queda una última batalla por luchar: definir, otra vez, si indultará o no a Alberto Fujimori. No obstante, para poder analizar su porvenir, es imprescindible que recordemos su historial político y su récord como presidente.
Humala ha sido, en definitiva, mejor candidato que gobernante. En primer lugar, él era un comandante del Ejército que en el 2000 organizó el “Locumbazo” en contra del gobierno de Fujimori; lo que se convirtió en su partida de nacimiento político, ya que lo sacó del anonimato y lo puso en vitrina. Un segundo momento importante de su carrera política fue cuando en el 2006 postuló a la presidencia y —utilizando un discurso antisistema, polo rojo y el apoyo expreso del entonces presidente venezolano Hugo Chávez— pasó a la segunda vuelta, para luego ser derrotado por Alan García.
En tercer lugar, en el 2011 cuando antes de las elecciones muchos pensaban que él era un cadáver político, propuso “La gran transformación”, pero la matizó poniéndose polo blanco y virando del modelo venezolano al brasileño, que en ese entonces era visto como un ejemplo de gobierno. Eso le bastó para pasar de nuevo al balotaje, pero no para ganar la elección. Por ende, para ganarle a Keiko Fujimori y convertirse en presidente del Perú, tuvo que cambiar “La gran transformación” por “La hoja de ruta”, y jurar que respetaría la democracia y promovería el crecimiento económico.
Bien dicen que ganar elecciones es más fácil que gobernar. Y Humala ha demostrado cierta impericia en el manejo político. Recordemos las principales consecuencias de ello. En primer lugar, ha terminado el gobierno sin vicepresidentes: tanto Marisol Espinoza como Omar Chehade han deslindado abiertamente con el gobierno. Es más, Chehade incluso ha escrito un libro en ese sentido. En segundo lugar, inició su gobierno con 47 congresistas y lo termina con 26; es decir, pasó de ser la primera fuerza política en el Congreso a ser la segunda detrás del fujimorismo.
En tercer lugar, si bien es cierto que todo gobierno termina debilitado, tanto Toledo como García —los presidente desde el regreso de la democracia al Perú— han tenido al menos una pequeña bancada; Ollanta no tendrá ningún congresistas para el periodo 2016-2021. En cuarto lugar, es el primer presidente, después de 51 años, al que el congreso le censura al primer ministro. Por todo esto y otras cosas más, Ollanta es el presidente que termina con menor índice de aprobación en las últimas décadas.
Aprovechando que el presidente fue militar, y haciendo una analogía, si tuviera que escoger la razón principal por la que el presidente se quedó solo, sería que él se abrió muchos frentes de batalla y no tuvo la cohesión suficiente en sus filas para defenderse. Se peleó con el APRA y Fuerza Popular; además el costo de sustituir “La gran transformación” por la “Hoja de ruta” fue la insatisfacción de sus cuadros más ideologizados, los que a posteriori lo abandonaron.
El fin de semana, se informó que Fujimori ha vuelto a pedir el indulto. Este es la última batalla de Humala en su gobierno y tiene tres opciones: concederlo, negarlo y no pronunciarse (esperar que PPK lo haga). Creo que cualquier decisión que él tome tendrá un costo importante para su futuro. Si Humala no concede el indulto, es previsible que tendrá al próximo Congreso en contra. Si lo concede, terminará de perder los votos antifujimoristas que lo llevaron a la presidencia, y además quedará en el imaginario popular que —dada la rapidez y el momento en que lo concedería— solo lo hace por salvarse a sí mismo. Y si no se pronuncia, tendrá un resultado equivalente a no conceder el indulto. De cualquier forma, no será una elección fácil.
Finalmente, ¿cuál es su futuro político? Estoy convencido de que no existen cadáveres políticos. Recordemos que Humala tiene 54 años, por lo que si decide postular dentro de diez años o más, siempre y cuando salga libre de cualquier acusación, el análisis sobre su desempeño será más calmo y la tendencia siempre es que queden en el recuerdo las obras buenas y se olviden las malas. Él podrá mostrar avances interesantes en educación y podrá construir una narrativa positiva alrededor de sus programas sociales.
En resumen, su futuro es de pronóstico reservado.
Franco Germaná Inga.
@FrancoGermana
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