Johan Villanueva
La sombra de la democracia
En la era de las redes sociales y las noticias falsas
La democracia acompaña a la humanidad desde su invención, en Grecia, como un ideal al cual perseguir a fin de generar una sociedad justa. Sus virtudes han sido destacadas en diversos ensayos y su ejecución buscada a través de diversas revoluciones, endulzándolas al punto de ignorar los defectos que traen consigo. En las siguientes líneas se destacarán algunas de sus debilidades.
El elemento más característico de la democracia son las votaciones, las cuales sirven como medio para que el pueblo gobierne. Este mecanismo permite a los ciudadanos participar en las decisiones que conciernen a su comunidad, lo cual conlleva a dotar a cada decisión particular de un igual valor. Este acierto a su vez puede verse como un defecto.
En las democracias votan quienes son ciudadanos, un título que se ha universalizado sin distinción alguna, lo cual dista de su concepción inicial. En la república ateniense tan solo los hombres adinerados, pertenecientes de un selecto grupo, eran capaces de ejercer su voto y esa constante se mantuvo hasta hace muy poco. Esta restricción permitía tener una calidad de voto homogénea, pues los electores poseían un grado de instrucción similar y, por tanto, sus decisiones podían ponderar aristas que otros estratos sociales u otros grupos sociales no, por su falta de educación.
Por otra parte, su universalización ignora que si bien la cosa pública afecta a todos en alguna medida, no todos están interesados realmente en ejercer un voto informado; o peor aún, no están interesados en siquiera votar. Borges consideraba a este sistema “una superstición basada en las estadísticas” y no se equivocaba. La democracia es la dictadura de las mayorías. Al decidirse el destino de un colectivo en base al albedrío del grupo mayoritario se arrastra consigo la voluntad de las minorías. Esto se agrava si se considera que las masas casi siempre se equivocan, trayendo consigo insatisfacción, incluso para quienes previeron las consecuencias negativas que se avecinaban.
En la era de las redes sociales y las noticias falsas, la información se distorsiona fácilmente para influir en la toma de decisiones. Además, el ciudadano moderno vive tan absorto en sus propios intereses que carece de tiempo para cuestionarse si determinado contenido es falaz. Esto puede llevar a que los ciudadanos voten en contra de sus propios intereses debido a la desinformación, socavando la esencia misma de la democracia.
La democracia a menudo se enfoca en soluciones a corto plazo que pueden ganar votos, en lugar de abordar problemas a largo plazo. Los políticos pueden verse tentados a tomar decisiones populistas que satisfagan a la base electoral inmediata, pero que no aborden los desafíos fundamentales que enfrenta la sociedad. Los especialistas son minoría y la masa apenas tiene una visión somera de su rededor.
Si bien la democracia es un sistema valioso y tiene muchos logros que defender, no es inmune a críticas legítimas. La "dictadura de la mayoría” y la manipulación de la opinión pública son solo algunos de los problemas que enfrenta en la actualidad. En lugar de verlos como un ataque a la democracia en sí, es esencial considerarlas como oportunidades para la mejora. La democracia, en su forma ideal, debe ser un sistema que garantice la representación equitativa de todos los ciudadanos, protegiendo al mismo tiempo los derechos aquellos cuya decisión se ignora, y promoviendo un diálogo constructivo. En caso contrario, solo se tendrá a un Estado gobernado por seductores de masas que son indiferentes de las verdaderas necesidades del país.
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