Raúl Mendoza Cánepa
La revolución liberal
Lo que va a salvar al Perú es la expansión del capitalismo liberal
Hay que contraponer a la propuesta de revolución socialista la revolución liberal. El socialismo no solo es totalitario, también ha empobrecido a todos los países donde se ha aplicado. Es tan nocivo que cuesta creer que haya socialistas. A la inversa, el liberalismo solo ofrece experiencias exitosas y, aunque se crea lo contrario, no se ha aplicado por lo general en el Perú. Aún en los años de prosperidad falaz (como los del guano) la economía fue mercantilista. La revolución liberal está todavía pendiente.
Ante posibles elecciones, el Perú no necesita etiquetas partidarias per se ni más caudillos salvadores, sino fórmulas ideológicas. Y aquí hay una: el capitalismo liberal popular; esto es, hacer de todo peruano un propietario, un emprendedor y un empleado. Es la única manera de reducir la pobreza y ensanchar la clase media.
La izquierda entiende que su revolución tiene como peor enemigo a los empresarios emergentes y a sus trabajadores, porque estos solo aspiran a emerger por su esfuerzo privado y a consumir lo que otros consumen más arriba. Por el “aspiracionismo” burgués (valga la licencia) el discurso socialista no se sostiene ya en el inviable conflicto capitalista-proletario, sino que es indigenista y nos remite a los orígenes, exacerbando resentimientos regionales: la lucha de clases por el origen étnico, la victimización histórica y el antilimeñismo. Así opera el neomarxismo en el Perú. Tratan de edificar el orgullo aymara, inventan símbolos; pero si supieran los puneños y bolivianos que la raíz del aymara es chinchana ¿qué dirían? Pregúntenle a Ruth Shady.
Aparte. ¿Qué dirían los iracundos puneños si supieran que Lima aporta el 48.4% del PBI nacional? Puno aporta solo el 1.9% ¿Y si alguien les dice a los puneños que v.g. en 2018 el 86.9% de los tributos se recaudaron en Lima? Lima paga impuestos para sostener casi toda una república.
El mayor aporte al PBI se genera desde el comercio y las industrias en las urbes. Es una economía liberal en auge, pese a la informalidad y la clave del desarrollo. Luego viene la minería y al final el agro. Unos dicen que la minería es todo; sí, tributa mucho, pero en diez años aportó 15% al PBI. Da igual si a las regiones más les interesa ahuyentarla, aunque por ella en los últimos años a Puno se le triplicó el canon, y pasó de S/ 115 millones a S/ 513 millones, pero Puno es pobre porque sus gobiernos regionales no ejecutan o ejecutan mal, como casi todos. De allí la propuesta liberal de dirigir el canon directamente de la mina a las familias. Estas defenderían la minería y qué mejor licencia social. Aunque más genera el capitalismo urbano, la mina puede ser una locomotora de inversiones y fuente de ingresos para la región.
El ingreso tributario de Apurímac se multiplicó por cinco en una década por el proyecto minero Las Bambas, lo que debía ser más riqueza en manos de los apurimeños para el futuro. Las Bambas está paralizada ahora por los conflictos, no vemos la banca de oro. Los gobiernos regionales siempre la hacen mal, muchos presidentes o ex presidentes regionales se corrompen y cerca del 90% de los gobiernos regionales del sur andino son socialistas, y nada más eficiente que el socialismo para manipular y sembrar falsos relatos… y para gobernar mal.
Visto todo, lo que va a salvar al Perú es la expansión del capitalismo liberal, lo que supone un cambio de visión y de enfoque histórico nacional y un partido político que se pare enfrente. De hecho, el capitalismo liberal rompe la estática estamental y facilita la movilidad social, lo pueden decir los millones de provincianos que migraron del campo a la ciudad para emprender. Si hay algo que odian los marxistas es el término "clase media", una categoría que el pensamiento dicotómico que, de haberla conocido Marx, hubiera implosionado en su cabeza.
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