Juan Carlos Valdivia
La rebelión de las masas
Las ideas de Ortega y Gasset tienen hoy más vigencia que nunca
Las ideas de Ortega y Gasset tienen hoy más vigencia que nunca
El desarrollo de las sociedades supone un mayor respeto a las reglas de convivencia. O suponía. La velocidad de las comunicaciones, que ha llevado a una participación horizontal, nos ha regresado al tumulto antes que la ley, la barra brava antes que el pensamiento lógico, el liderazgo de la turba antes que el de la autoridad.
Es un fenómeno de mayores proporciones al que hace casi cien años reflejara en su magistral La rebelión de las masas el gran Ortega y Gasset. Era finales de la década del veinte del siglo pasado, y se advertía en Europa el advenimiento de un colectivismo autoritario que se hacía sentido común. La tecnología acortaba distancias con el teléfono, la radio, el automóvil y la aviación: “La muchedumbre, de pronto se ha hecho visible, se ha instalado en los lugares visibles de la sociedad. Antes si existía, pasaba inadvertida, ocupaba el fondo del escenario social; ahora se ha adelantado a las baterías, es ella el personaje principal. Ya no hay protagonistas, solo hay coro”.
Interesante reflexión sobre fenómenos de hace un siglo, que hoy con las nuevas tecnologías vemos potenciados. Gracias a Internet, la participación ciudadana es incontenible, no entiende de formalidades ni parámetros legales, lo que se hace sentido común es ley.
Ortega y Gasset definía así al hombre-masa: “Un tipo de hombre hecho de prisa, montado nada más que sobre unas cuantas y pobres abstracciones y que, por lo mismo, es idéntico en un cabo de Europa y en el otro… Este hombre masa es el previamente vaciado de su historia, sin entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas internacionales”. Es pues muy parecido a lo que caracteriza a los llamados millennials, esta generación que vive en la inmediatez de las redes sociales, que privilegia el presente y sigue rápidamente las modas intelectuales que vienen desde afuera.
Podría parecer cercano el ideal republicano de la igualdad de todos ante la Ley. El problema es que la masa no entiende de leyes, de orden ni de tradiciones. Solo importa su opinión. En su prólogo a los franceses Ortega y Gasset afirma: “La disposición de los hombres, sea como soberanos, sea como conciudadanos, a imponer a los demás como regla de conducta su opinión y sus gustos, se halla tan enérgicamente sustentada por algunos de los mejores y algunos de los peores sentimientos inherentes a la naturaleza humana que casi nunca se contiene más que por faltarle poder”. Ese poder del que carecían se lo han dado hoy las redes.
En un incidente empresarial hemos visto cómo la turba ha logrado que no importen las leyes, ni el orden establecido. Lo que importa es su opinión, su sentir, no si esto se ajusta a los procedimientos previamente acordados como parte del contrato social. Lo vemos también en la justicia mediática, en la que no existe la presunción de inocencia ni el debido proceso, y lo único que se exige —y muchas veces se logra— son sanciones draconianas. Lo vemos también en los medios de comunicación que han reemplazado el conocimiento y prudencia de un buen editor por la certeza de un eficiente contador de “likes” que les permita conocer lo que le gusta a la gente.
La rebelión de las masas ha regresado, pero con mayor velocidad y mayor poder.
Juan Carlos Valdivia
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