Guillermo Vidalón
La política y sus artes
La clase política peruana debe recuperar la sensatez
El año 2000 representó uno de los períodos de mayor crisis política que haya vivido el país. No obstante, en tan solo ocho meses, el país tuvo tres presidentes (Alberto Fujimori, Valentín Paniagua y Alejandro Toledo) y recuperó su gobernabilidad. Hoy la crisis política es significativa, pero de menor dimensión.
Plantear la cuestión de confianza ha sido definitivamente un error político del gabinete presidido por Fernando Zavala, y las consecuencias son por todos conocidas. Con una bancada pepekausista que representa la tercera fuerza dentro del parlamento —que para colmo de males está dividida, y que pedía a gritos cambios en el gabinete ministerial— hacer una demostración de fuerzas ante el Congreso —el denominado primer poder del Estado— era un suicidio político que debilita al mismo presidente de la República, cuya aprobación a su gestión sigue cuesta abajo.
Ante el planteamiento de la cuestión de confianza, al keikismo le quedaban dos opciones: recular o negarle la confianza. Si retrocedía se fortalecía la posición de quienes le disputan el poder al interior de Fuerza Popular, el kenjialbertismo; tanto es así que Kenji Fujimori termina en solitario votando a favor de la confianza a Zavala y su equipo.
Si el enfrentamiento se agudiza las consecuencias son diversas, según la lectura de cada constitucionalista. Algunos consideran que el Congreso no ha negado la investidura al actual gabinete, por lo tanto, el próximo en nombrarse sería el primero al que el Legislativo otorgue o no la confianza (si la otorga le concede la investidura). De lo contrario, el presidente debe nombrar a un nuevo titular que presida el Consejo de Ministros. Otros opinan que el equipo de Zavala debe ser considerado como el primer gabinete al cual no se le otorgó la confianza, por consiguiente, si su sucesor no es merecedor de la confianza por parte del Congreso, el presidente está facultado a disolverlo y, en el mismo acto, debe convocar a elecciones parlamentarias. El Ejecutivo espera tener una recomposición de fuerzas que lo favorezca; pero según últimas encuestas, el resultado le sería más perjudicial.
¿Qué pasa en el ínterin? La pérdida de un año y medio, por lo menos, para recuperar la confianza en las nuevas autoridades. Recordemos que si se convoca a elecciones parlamentarias en los próximos dos meses el resultado de las mismas se conocerá para abril del próximo año, y seis meses después habrá nuevas elecciones municipales y regionales. Es decir, todos los elementos para agudizar la desaceleración económica, y quizás se llegue a niveles de recesión, y la suspensión de toma de decisiones hasta que las aguas estén calmas (abril del 2018). La agudización del desempleo (principalmente juvenil) y el crecimiento de la pobreza. Esto último es el escenario ideal para quienes buscan encaramarse sobre todo reclamo social y desde allí promover sus acciones violentistas.
La clase política debe recuperar la sensatez y el presidente Kuczynski convocar a una persona con experiencia política para encabezar el nuevo Consejo de Ministros. El nuevo titular de la PCM debe caracterizarse por ser conciliador, alguien que evite innecesarias confrontaciones, que tenga la humildad de reconocer que el ejercicio del poder desgasta y que el tiempo que le resta es corto para dejarlo pasar en “correveidiles”. En simultáneo, debe tener la sagacidad suficiente para contener a su opositor principal, haciéndolo partícipe de su desgaste. Si el opositor es hábil, ayudará al Ejecutivo a construir un puente de plata para convertirse en una opción de alternancia responsable y seria ante el electorado en el Bicentenario.
Guillermo Vidalón del Pino
COMENTARIOS