Alan Salinas

La política después de la gran corrupción

Y ante el avance de las tecnologías de la información y comunicaciones

La política después de la gran corrupción
Alan Salinas
30 de abril del 2019

 

Hace siglos, en Atenas, Aristóteles sostuvo que la política era el involucramiento en los asuntos públicos. Sin referirse exclusivamente al Estado, la clase política abarcaba —según él— hasta aspectos morales de la vida cotidiana discutida en el ágora. Después de la caída del muro de Berlín, y con la llega de las tecnologías de la información a nuestras vidas, el curso de la política tomó otro rumbo. Los partidos políticos perdieron protagonismo, porque ya no orientaban lecturas críticas del Estado, del mercado y la sociedad. La escuela y la universidad también comenzaron a perder protagonismo. Obviamente, no del todo, pero su rol orientador comenzó a decaer debido al protagonismo de los medios de comunicación (radio, TV e Internet), en los que se puede apreciar debates de toda índole y que incluyen hasta aspectos morales.

Desde esos espacios, a la gente en el mundo —así como en el Perú— se le otorga una lectura para despreciar a las actividades del Estado y la clase política, a la vez que se brinda mayor prioridad al consumo en exceso. Pero hay resistencias creativas, sobre todo desde Internet, que pueden ser resaltadas. Hay espacios virtuales que funcionan como ámbitos para discusiones de todo tipo (desde asuntos de municipales y culturales hasta morales) que van hacia el espacio real. Lo que hace falta es articular esa actividad a los partidos políticos o movimientos sociales, y que les den el lugar protagónico a sus agendas y demandas.

Para ello es necesario desburocratizar la participación y acoplarse a lo light de sus formatos de acción. También es importante que los partidos políticos se replanteen, sinceramente, su rol en nuestra sociedad. ¿Cómo son percibidos? ¿Qué falencias y aportes tiene, para desde allí partir hacia esas demandas de participación? ¿Cómo replantear una agenda política en un medio de comunicación alternativa a la prensa tradicional, ligada a grupos de intereses? ¿Cómo generar un corto circuito que otorgue un nuevo sentido de representación en la gente?

Son preguntas válidas y que deben orientar a las organizaciones políticas a redireccionar su estrategia política para una táctica a corto y mediano plazo. Como hemos apreciado, la gran prensa (vinculados a Graña y Montero y Mohme hijo, ligados ambos a actos de corrupción) ha tomado la batuta del sentido común ciudadano. Han dado, durante bastante tiempo, un sentido mercantilista al periodismo.

El país necesita un reimpulso republicano que tome en cuenta este escenario. Un escenario donde la política sea entendida como un asunto no solo territorial y de cara a cara, sino también digital y transparente. Es lo que el avance de las tecnologías de la información y comunicaciones ha generado en el sentido común ciudadano.

Al 2021, la política tiene la responsabilidad de recuperar la moral pública. Como dijo a finales del siglo XIX Manuel Gonzales Prada: “donde se pone el dedo, salta la pus”. El país, postransición a la democracia se encuentra en ese episodio, como después de la Guerra con Chile y como después del gobierno dictatorial de Leguía a inicios del siglo XX.

 

Alan Salinas
30 de abril del 2019

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