Jorge Nieto Montesinos

La (nueva) Guerra del Opio

La (nueva) Guerra del Opio
Jorge Nieto Montesinos
28 de octubre del 2014

El creciente narcotráfico detrás de la matanza de estudiantes en Iguala, México

¿Es en el libro de Mateo donde se dice que no hay peor ciego que el que no quiere ver? No sé. Pero lo he recordado al leer algunos comentarios a mi intento –y el de otros- por encontrar las racionalidades –así, en plural- detrás del voto en las recientes elecciones municipales y regionales. Eduardo Dargent ha escrito una defensa del gremio de los politólogos, execrados por querer entender. Muy bien. En mi caso se han tergiversado dos ideas. Una: creer que hay racionalidades que informan el voto de la gente no significa convalidar sus decisiones. Dos: hablar de racionalidades no es suscribir la teoría de la elección racional. Sobre ambas cosas fui explícito, desde el título, pero… Difícil dialogar así. En fin. Dejemos al evangelista con los predicadores, acaso se entiendan mejor. Hablemos de otras negaciones.

Iguala. Ayotzinapa. Barbarie dolorosa. Saldo trágico. Seis personas asesinadas, tres de ellas jóvenes normalistas, uno de ellos desollado. Veinte heridos. Un muchacho en estado vegetativo. Y cuarenta y tres desaparecidos, la mitad de los cuales fueron detenidos por la policía y entregados a uno de los carteles del narcotráfico mexicano. Además, en su búsqueda, el descubrimiento de más de una docena de fosas clandestinas con otros cadáveres por identificar.

La línea de mando responsabiliza al alcalde, a su mujer –que quería prolongar el control de la plaza para la familia con su propia postulación a alcaldesa- y al jefe de la policía municipal. La inacción compromete a todo el sistema político: desde mayo de 2013 el alcalde fue acusado de asesinar personalmente a uno de los líderes de su propio partido, opuesto a su gestión, y de pertenecer al crimen organizado. Nadie quiso ver. Una ceguera mortal.

¿Qué se disputa en Guerrero –donde quedan Iguala y Ayotzinapa- para que se despliegue tal ferocidad? Es uno de los estados más pobres de México. Su analfabetismo es el segundo más alto de entre los estados. El relativo aislamiento geográfico propició la formación de cacicazgos locales que gobernaron con violencia, respondida de cuando en cuando con más violencia por la población rural, formando ciclos que la sociología mexicana ha estudiado bien. Contra las escuelas rurales como la de estos jóvenes hay prejuicio y una intensa política de asfixia que viene de cuando dos guerrillas míticas, la de Lucio Cabañas y la de Genaro Vásquez, surgieron de ellas.

Todo es verdad. Sin embargo, lo que ocurre hoy es inusual hasta para los estándares guerrerenses. El dato nuevo: en un estado cuyo PBI es el 1.5% del total nacional, unos 30,000 millones de dólares, el negocio de la goma de opio, cuyo 98% se produce en Guerrero, ha alcanzado el valor potencial de 17,000 millones de dólares, más del 50% del PBI legal del estado. Y ello ha ocurrido entre el 2007 y el 2012, cuando la superficie cultivada de amapola pasó de ser menos de la mitad a más del doble de la de marihuana. Hoy México, es decir, Guerrero, es el segundo mayor productor mundial de amapola. Iguala acopia, empaqueta y exporta. Se entiende entonces que todos los carteles criminales tengan presencia en el estado. Que la plaza se controle y se dispute con la ferocidad descomunal que enseñaron los zetas. Allí quedaron atrapados los estudiantes de la escuela rural de Ayotzinapa.

Dicho sea de pasada: el sistema político mexicano otorga financiamiento público a los partidos políticos; les da el monopolio de las candidaturas –nadie puede ser elegido por fuera de ellos-; no hay voto obligatorio ni voto preferencial; no hay reelección de autoridades ejecutivas en ningún nivel de gobierno. Es decir, hay allá todo aquello que aquí algunos dicen limpiará la política. Craso error. El reto del narcotráfico, la violencia y la corrupción que le acompañan, tienen otra dimensión. La fórmula del autoritarismo subnacional no la vislumbra. Una reforma política, cualquiera esta sea, no la alcanza. Ojalá el dolor ahuyente la frivolidad. Y la ceguera…

Por Jorge Nieto Montesinos

(28 - oct - 2014)

Jorge Nieto Montesinos
28 de octubre del 2014

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