Dante Bobadilla
La fiesta de la derecha
La dictadura moral del cristianismo
Tras la reciente visita del papa Francisco se vieron emocionadas expresiones de júbilo en los sectores de la derecha clerical. Esto no merecería comentario alguno si no fuera porque trascendieron el ámbito religioso, para convertirse en pullas dirigidas a la izquierda y —además— a los sectores “laicos”, donde yo me encuentro.
En realidad no existe mucha relación entre las expresiones religiosas y las tendencias políticas de la gente, como creen los sectores de la derecha clerical. De otro lado, tampoco es entendible cuál es el mérito de ser un país sumamente religioso. Sin duda el Perú es un país de creyentes, lo que incluye la superchería e idolatría de todo tipo: religiosa, mística, mágica. Los diarios populares rebosan en anuncios de brujos y chamanes. Pero ¿cuál es la ventaja que nos da como país todo este cúmulo de creencias y supercherías místicas y religiosas? Ninguna que yo sepa.
Algunos aseguran que la Iglesia católica es el baluarte que nos protege del comunismo. Pero el verdadero dique de contención de la izquierda marxista fue históricamente el Apra. Yo no me fiaría mucho de la Iglesia católica para este rol, considerando que el mismo papa Francisco es un socialista, promotor del marxismo cristiano con la Teología de la Liberación, enemigo declarado del libre mercado y del capitalismo. Algo que, por lo visto, muchos de nuestros queridos amigos de la derecha clerical no quieren ver o tratan de soslayar.
La Iglesia católica ya ha sido infiltrada por el marxismo desde hace mucho tiempo. Aldo Mariátegui hizo un recuento de importantes líderes de la izquierda como Javier Diez Canseco, Carlos Iván Degregori, Ricardo Letts, Manuel Dammert, Alberto Flores Galindo, Nicolás Lynch que tuvieron su formación en colegios religiosos como La Inmaculada, Santa María Marianistas, La Salle, la Recoleta y el Champagnat, para luego pasar a la Pontificia Universidad Católica, que es un criadero de rojos. Además hay una larguísima lista de sacerdotes de izquierda. La participación de sacerdotes católicos en las guerrillas y el terrorismo latinoamericano durante los sesenta y setenta es una historia poco conocida y nunca contada, pero real.
La pose anticaviar de la derecha clerical es puramente hepática. Es falsa la idea de que toda la izquierda es atea. Muchos se han quedado con la imagen del comunismo estalinista antirreligioso. La derecha clerical solo tiene de derecha su odio por la izquierda; pero no debido a los postulados políticos de la izquierda, sino porque los ven como enemigos de su fe y un peligro para su iglesia. Más allá de eso nada les importa, son igualmente colectivistas y totalitarios, dispuestos a imponer una dictadura de la moral y de la fe. Muchos asumen su postura política convencidos de que su única misión es defender la voluntad de Dios y combatir al anticristo de izquierda.
A los liberales lo que menos nos importa es si la dictadura de la moral, que nos impone sus reglas de vida, es de izquierda marxista o de derecha cristiana. No importa si las maravillosas normas de vida que nos imponen por ley están destinadas a crear el paraíso socialista de la equidad o acatar la voluntad de Dios para crear un reino de santidad. Los peligros a la libertad vienen desde estos dos frentes por igual, ambos están empeñados en regir el mundo para adecuarlo a su doctrina, y no para defender la libertad de nadie. Están más interesados en sus delirios que en la realidad.
Todo el que antepone su ideología a la realidad termina extraviado en el fanatismo. Para ellos, las personas somos solo medios para su fin, que es la sociedad perfecta y justa, la equidad o la santidad. Me dan pavor esos lemas que ponen por delante de todo a “Dios”. Delante de la familia, del país y hasta de uno mismo. El sectarismo iluminado que desprecia la realidad y descarta a las personas para ponerse al servicio de una entelequia es peligroso, tanto si es de izquierda como de derecha.
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