Giancarlo Peralta
La economía peruana cayó -0.87%
Por el quiebre de la confianza de los inversionistas
Claro, qué podíamos esperar tras el desastre de gestión y político que representó Pedro Castillo. No solo por los delitos de corrupción que la camarilla izquierda-caviar y filomaoísta perpetró desde Palacio de Gobierno, también porque se dedicó a producir una legislación que alentaba la confrontación entre trabajadores y generadores de empleo, en lugar de promover el incremento de la producción para que el bienestar alcance a todos los niveles socio económicos de la sociedad.
La economía cae por el quiebre de la confianza y se profundiza por los conflictos sociales motivados desde antes de la perpetración del golpe de Estado liderado por Castillo. Un golpe en el que tuvo muchos cómplices, que luego han manifestado que ninguno de ellos estaba enterado, lo cual resulta más que inverosímil.
Que el fenómeno de El Niño y el ciclón Yaku han puesto de su parte, también es cierto, así como la respuesta poco eficaz en el control oportuno de la conflictividad social agitada y alentada por la izquierda. Una izquierda que reclamaba que los muertos habían sido insuficientes para que Dina Boluarte caiga. ¿Verdad, Sigrid? Mientras tú disfrutabas de tu nuevo departamento en una de las zonas más exclusivas y residenciales de Lima.
Igual piensa la madre de Vladimir Cerrón, quien alentaba a los jóvenes a ofrendar sus vidas por la organización criminal que fundó su hijo, al menos por los informes de prensa que señalan el enorme desbalance presupuestal de su familia, además de los balances de su grupo partidario. La vida no se da por delincuentes, la vida es un bien personalísimo, nadie en su sano juicio puede instigar la violencia con riesgo de la pérdida de la vida.
Sin embargo, la izquierda menosprecia la vida, soslaya la creencia popular y convicción de la existencia de un ser superior. Que los rojos sean ateos no significa que los demás deban renunciar a su fe y a su vida. Nos hemos preguntado por qué son los primeros en desaparecer cuando se produce una confrontación entre las fuerzas del Estado y sus huestes a las que consideran desechables. Por eso los lanzan al ejercicio de la violencia, todo esto no es más que una recreación de las acciones subversivas de los años ochenta. Y después se hacen los indignados, gritan a los cuatro vientos que los “terruquean”. Adelanto de elecciones porque quieren una farsa electoral para que triunfe la izquierda más corrupta o el execrable caviar, contando con la garantía de Salas Arenas y Corvetto.
Lamentablemente la dupla Otárola-Boluarte están demostrando impericia en la administración de la crisis que enfrenta el Perú. Por falta de decisión de las autoridades nacionales, que parece que han olvidado que Puno también es el Perú y están permitiendo un hecho aberrante e indigno, como que un grupo de antipatriotas impidan el izamiento del pabellón nacional.
¿Así considera la dupla de gobierno que será posible la extracción del litio? ¿Quién va a confiar y decidir invertir en dicha región capturada por los contrabandistas, los mineros ilegales, el narcotráfico, la delincuencia común y, lo peor, la ausencia del Estado? ¿Quiere el actual Gobierno que cunda el mal ejemplo? Se han olvidado de que un héroe como Alfonso Ugarte prefirió lanzarse al vacío ofrendando su vida antes de que el ejército enemigo le arrebate la Bandera Nacional.
También han olvidado que en 1997 el gobierno de Alberto Fujimori ordenó acabar con la toma de la residencia del embajador de Japón. Y uno de los primeros actos tras la derrota del movimiento terrorista Túpac Amaru (MRTA) fue arrojar el trapo que pendía desde lo alto de ese recinto.
La economía cae porque tenemos un Estado capturado por quienes quieren seguir medrando del poder, aprovechándose de la buena fe de los ciudadanos más humildes a quienes solicitan votar a su favor. Ellos ofrecen algo que saben que no cumplirán y, una vez lograda su permanencia en el poder, adiós promesas, bienvenidos los odios, el hambre y el atraso. Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia son suficientes ejemplos.
¡Comunismo nunca más!
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