Francisco Swett

Inteligencia artificial e historia futura

Cambiará los paradigmas de la interacción humana

Inteligencia artificial e historia futura
Francisco Swett
15 de junio del 2020


¡Las alarmas están encendidas! Según un estudio de la Universidad de Oxford, citado por Andrés Oppenheimer (ob.cit. Sálvese el que Pueda, Vintage Español, Penguin 2018), 47% de todos los empleos en Estados Unidos están expuestos a ser reemplazados por robots y computadoras. La autosuficiencia que provoca la automatización es ubicua: las máquinas expendedoras de pases a bordo y los cajeros automáticos reemplazan a los empleados de mostrador o ventanillas en los aeropuertos y bancos; hay, en Japón, restaurantes totalmente automatizados; y la “invasión” continúa hacia ámbitos insospechados como los bufetes de abogados, las aulas, los consultorios médicos, los bancos, consultorías, servicios de análisis de inversiones, y empresas de auditoría. 

La disrupción de los mercados laborales y el ordenamiento social y económico acompañan al progreso material. En dos siglos y medio la tracción animal ha dado paso a la fuerza mecánica y ésta a la digitalización como vector determinante de la productividad fincada en la eficiencia en el uso de los factores de producción. Prestando el término de la Física, el “apalancamiento” de fuerzas se inició con la Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo XIX cuando se produjo la transición desde la agricultura y la artesanía hacia la producción manufacturera mecanizada y la nueva organización industrial. Luego de transitar por la máquina de vapor, la electricidad, el telégrafo y el inicio de las telecomunicaciones, la radio, la televisión, los aeroplanos, eventualmente, la electro-mecánica dio paso a la digitalización. En 1955 serían los profesores Allen Newell y Herbert Simon, los que, prestando ideas de Alan Turing, conceptualizaron lo que, en 1956, John McCarthy, uno de los pioneros de la computación, denominaría, Inteligencia Artificial.

¿Qué es, entonces, la Inteligencia Artificial? El concepto se centra alrededor de la simulación de la inteligencia humana por máquinas que son programadas para pensar como los humanos y emular sus acciones mediante la mímica del aprendizaje. Se aplica el término a cualquier máquina que exhibe las características normalmente asociadas con la mente humana, fuere éste el aprendizaje o la solución de problemas. Conforme se expanden las fronteras de la tecnología, aquellos artefactos que en algún momento pudieron ser considerados como máquinas inteligentes (las máquinas de reconocimiento óptico de caracteres y los ordenadores de escritorio son ejemplos apropiados) han dejado de serlo para quedarse rezagados en el mundo de la computación. Al momento, según Arendt Hintze, profesor de Biología Integrada y Ciencias de la Computación de la Universidad de Michigan (apd.es/tipos de inteligencia artificial/) existen cuatro tipos de inteligencia artificial que, en orden ascendente de complicación y de presencia presente y futura, incluyen: las máquinas reactivas, la memoria limitada, la teoría de la mente y la autoconciencia. 

El lenguaje de la inteligencia artificial es transversal pues tiene sus orígenes en diversas disciplinas que incluyen las matemáticas, la lingüística, la psicología y las ciencias de la computación, entre otras. 

Así como los impulsos neuronales provocan la acción humana y las respuestas se dan por la interacción de trillones de conexiones existentes entre las neuronas embebidas en la arquitectura de las células gliales, los comandos de la inteligencia artificial toman la forma de algoritmos que son conjuntos de instrucciones para llevar a cabo no tan solo cálculos aritméticos si no, más generalmente, realizar el rescate y ordenamiento de la información de tal forma que cumpla propósitos puntuales y específicos. Los algoritmos se basan en métodos de regresión, en la recaudación de ejemplos, en árboles de decisión, racimos, asociación, redes neurales, o aprendizaje profundo. 

¿Qué requiere la Inteligencia Artificial para funcionar? Al igual que con los seres humanos, se requiere procesos de aprendizaje y experiencia ganada en tareas. La plataforma requerida (al igual que el órgano cerebral) es la digitalización de la información la cual es ingresada en matrices que posteriormente adquieren la capacidad de interconectarse para detectar patrones, secuencias, conjuntos y a través de la asociación de datos, llegar a tener la capacidad de predicción. Las aplicaciones de la Inteligencia Artificial son tan vastas como la imaginación, tanto como para temas de control, vigilancia, anticipación de posibles soluciones. y, en la exploración del espacio sideral, la capacidad para llevar a cabo tareas de alta complejidad como amartizar en forma autónoma, o regresar de la Estación Espacial a la Tierra.

La Inteligencia Artificial tiene la capacidad para romper los paradigmas de la interacción humana. El impacto en los empleos debe dar las luces de cómo concebir el cambio de suerte tal que la brecha digital no exacerbe los problema de la convivencia social. El desafío radica en bien utilizar esta herramienta de enorme potencial que toca a nuestras puertas para incrementar los niveles de bienestar y para empezar a escribir la futura historia con tintes positivos. 

A ese tema le dedicaré algunas posteriores reflexiones.

Francisco Swett
15 de junio del 2020

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