J. Eduardo Ponce Vivanco
Inseguridad y corrupción
Tarea “grupal” para ministerios, poderes públicos e instituciones
El severo examen mediático al que se ha sometido el próximo ministro del Interior, Carlos Basombrío, me llevó a revisar los nutridos capítulos del Plan de Gobierno de PPK sobre Seguridad Ciudadana y Corrupción. Ambiciosos y detallados, han sido formulados con meritoria seriedad. Lo ofrecido al electorado no implica exigencias desmesuradas, pero su implementación demandará fuertes dosis de voluntad política, perseverancia y gestión para sistematizar la intervención concurrente de poderes públicos, ministerios e instituciones de diversa naturaleza y autonomía relativa.
Se trata de entidades como el Poder Judicial, el Ministerio Público y el Congreso; ministerios como Interior, Justicia y otros sectorialmente relevantes (Educación, Comunicaciones o Trabajo); instituciones como INPE, Policía, servicios de inteligencia, Procuraduría, SBS/UIF, SUNAT/Aduanas o DEVIDA; y numerosas organizaciones de la sociedad civil. Es un conjunto de elementos en que la eficacia de unos depende de la eficacia de los otros y de su coordinación operativa. Pero cada uno de ellos depende de una autoridad jerárquica, con mayor o menor grado de autonomía para decidir.
¿Basta entonces con la coordinación y buena voluntad para asegurar que un conjunto de partes o elementos funcione como un sistema eficiente? Si un ministro de Estado no tiene autoridad sobre el Poder Judicial, el Ministerio Público o el Congreso ¿como se le puede exigir que asegure la coordinación necesaria entre todos los componentes del conjunto?
El Plan de PPK es el más completo sobre Seguridad Ciudadana y Corrupción, pero no aborda este aspecto neurálgico. Los especialistas del partido deben procesarlo con urgencia, pues de ello depende el éxito de las acertadas políticas que proponen. El Ministro del Interior no es el primero entre sus pares ni tiene la autoridad funcional suficiente para asegurar la aplicación de las medidas y acciones transversales de un Plan de Gobierno que se ha convertido en un contrato entre KuczynsKi y el electorado.
Lo caótico se contrapone a lo sistémico. Y son conductas caóticas las que vemos cuando el Poder Judicial culpabiliza al Ministerio Público o viceversa; cuando ambos responsabilizan a la Policía, o a la inversa; cuando nadie sabe por qué no se pueden bloquear los celulares en las prisiones; cuando la construcción de estas no se hace al ritmo en que se multiplica la delincuencia; cuando resulta inexplicable que la Policía no utilice sistemas informáticos y tecnologías de intercomunicación disponibles y baratas; cuando las notificaciones del Poder Judicial llegan a los litigantes en lomo de burro; cuando hasta los plazos perentorios de las acciones de garantía constitucional son una burla; cuando las cárceles son cátedras del crimen; cuando la educación intensiva es exigua para la rehabilitación de los presos; o cuando todas las instituciones responsables denuncian la inoperancia de las normas legales y reglamentarias que las rigen.
Será deber de PPK encomendar a sus mejores expertos el diseño de un “sistema” capaz de asegurar la interacción positiva entre sus componentes, de manera que el rendimiento del conjunto sea superior al de las partes. No es tarea fácil. Pero es la condición crucial para derrotar a dos lacras tan íntimamente conectadas como la inseguridad ciudadana y la corrupción. Los ciudadanos esperan impacientes.
J. Eduardo Ponce Vivanco
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