Guillermo Vidalón
Ingenio ante la adversidad
Para evitar que Lima se vuelva a quedar sin agua potable
Dentro de las calamidades ocasionadas por los fenómenos climáticos, afortunadamente hay un potencial humano que está activo y que está pensando en el futuro, buscando soluciones para mitigar las próximas manifestaciones de un fenómeno que es recurrente y frente a cual sólo queda prevenir. Mas los trabajos de prevención, que generalmente representan una inversión social, no necesariamente tienen que estar divorciados de la respectiva rentabilidad económica.
La semana pasada, el Ing. Raúl Delgado Sayán dio a conocer que desde 1999 existe un proyecto para que Lima cuente con mejor calidad de agua, disminuya el caudal del río Rímac y, al mismo tiempo, genere energía eléctrica. La comercialización de la energía hidroeléctrica generada podría cubrir los costos que representa la construcción del proyecto.
Algunos beneficios del proyecto serían el menor costo de operación de la planta La Atarjea para potabilizar el agua, menor riesgo de que la población pueda contraer enfermedades gastrointestinales, reducción del riesgo que representa un mayor volumen de agua discurriendo por el río y, por consiguiente, disminución del riesgo potencial de una nueva ocurrencia de daños a la propiedad pública y privada. Asimismo, evitaría que Lima vuelva a quedarse sin agua —un gran riesgo para los centros hospitalarios— y, además, contribuiría a que el sistema eléctrico interconectado disponga de la energía que el país requiere para seguir creciendo.
El Ing. Delgado Sayán explica que el proyecto considera tomar aguas de las zonas altas de la cuenca del río Santa Eulalia (uno de los tributarios del río Rímac), precisamente de donde las toman las primeras centrales hidroeléctricas que operan en la zona. Las hidroeléctricas requieren agua limpia, sin sedimentos para garantizar la vida útil de las paletas (también conocidas como “cucharas”) de las turbinas.
Esta misma agua la usan en cascada para los distintos saltos que tienen en la cadena de hidroeléctricas, hasta que después de la central de Huampaní la descargan sobre el río Rímac. En otras palabras, agua limpia empleada en la generación de energía eléctrica que retorna al río para contaminarse con todo lo que hemos vertido a lo largo del trayecto del río y, luego, la planta de la Atarjea tiene que hacer el trabajo de limpieza y potabilización de agua con un grado de polución mucho más alto.
En 1999 el Ing. Delgado Sayán y el equipo que preside desarrollaron el proyecto a nivel definitivo para Sedapal, el cual propone captar el agua de las hidroeléctricas antes de que la devuelvan al Rímac y llevarla por un túnel hasta las plantas de tratamiento de Huachipa —cuando esté operativa— y La Atarjea. Para lograr este objetivo se debe construir un túnel de cuatro metros de ancho, dos metros de altura y rematado por una bóveda de 2 metros de radio.
Según sus estimados, el túnel conduciría 25 m3/seg de agua limpia y después de tres saltos (caídas de agua) hidroeléctricos se generarían 60 mw de energía. Esto representaría una adición importante a la energía que consume la ciudad de Lima y que, por su muy bajo costo, ingresaría preferencialmente al Sistema Interconectado Nacional.
Culminado el proceso de generación eléctrica, las aguas serían entregadas, por medio de un sifón invertido, a las plantas de tratamiento de Huachipa y la Atarjea. En síntesis, agua limpia para un tratamiento de potabilización más limpio, más saludable, con menos químicos y que sería mucho mejor para la salud. Además, quizás lo más importante es que el agua que demanda Lima dejará de estar condicionada a la turbidez que trae el río y que se acrecienta por la caída de los huaicos, porque en adelante el agua de las hidroeléctricas no entrará al río Rímac, garantizando que Lima cuente con mejor agua y que nunca vuelva a padecer falta de agua potable.
El valor de este proyecto (sin contar las hidroeléctricas, que podrían ayudar a financiar este proyecto), fue estimado en US$ 139 millones en 1999, lo que en la actualidad representa US$ 200 millones, teniendo en cuenta la depreciación internacional del dólar.
Así como la propuesta del Ing. Delgado Sayán debe haber muchas otras. Por ejemplo, el túnel trasandino para el tren Central y diseñar un sistema de cabotaje entre los puertos del país para trasladar un volumen de carga mayor. Del desafío de la naturaleza al ingenio para sobreponernos a la adversidad.
Guillermo Vidalón del Pino
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