Cecilia Bákula
Incapacidad de gasto, incapacidad en la gestión
Niños muertos por falta de equipos en hospitales
Esta semana hemos quedado sorprendidos y por demás entristecidos al saber que en la Región Lambayeque no menos de 30 niños, prematuros todos, han fallecido por la inexistencia de equipos indispensables para su atención. Entre esos equipos, se destaca la carencia de incubadoras, que habrían podido salvar la vida de los pequeños y ahorrarles tristeza y desolación a esas familias. En dicha región, se ha calculado que, por esas deficiencias, son cinco niños los que pierden la vida cada mes. Y ello ante la ofensiva indiferencia del Estado y ante la incapacidad de gestionar el gasto, por parte de autoridades regionales.
¿La solución?, alquilar equipos, ya que el proceso de adquisición podría tomar meses. Es decir, ahí se esconde la corrupción, cuando por desidia se llega a situaciones críticas se tiene que tomar medidas de emergencia; y ante la falta de planificación, se busca a quien echarle la culpa. Todo ello me hace pensar que existe un severísimo problema que lleva a que se empantanen las responsabilidades y, en la práctica, se confundan las que competen a uno u otro nivel dentro del enjambre administrativo.
Son muchas las preguntas que, como ciudadana, quisiera que se respondan. ¿Es necesaria la muerte de esos niños para que salga a la luz el estado de esas áreas hospitalarias? ¿Requiere el Estado de la denuncia pública para saber cómo camina su propio desempeño? ¿Cómo se explica, sanciona y enmienda la responsabilidad de las regiones, ricas y enriquecidas, de los ministerios, ante la inoperancia y pobreza de sus logros? Los índices de pobreza en ejecución de proyectos y de gasto son pavorosos y seguimos creyendo que la responsabilidad está en “otro” y no en el propio Ejecutivo. Sin embargo, en obras de graves consecuencias como es el caso del aeropuerto de Chinchero, que tiene críticas ciertas y fundadas en muchos ángulos, las obras van viento en popa, tratando de ocultar con un dedo las graves responsabilidades que devendrán, ya que el gobernante piensa que a él, la sombra de la justicia no le cubrirá con firmeza y el reclamo no le llegara a viva voz.
Pero el tema va más allá. Pienso que por hacernos creer que la finalidad de este gobierno es “lucha” contra la corrupción, lo que creo que tiene logros inferiores a nada, se han creado complejos sistemas, filtros y controles que llevan a una casi total paralización de los sistemas de compras y adquisiciones. Y como la supuesta anticorrupción se escuda en ello, es más fácil no hacer, que ser proactivos y tratar de desenmarañar los vericuetos del sistema. Un ejemplo palpable y lamentable de esta realidad es la famosa “reconstrucción con cambios” en el norte del país, en donde no hay reconstrucción ni hay cambio alguno. Y por ello se somete a zonas ricas del territorio a que se incremente la pobreza y a vivir en condiciones que no merecen. Y esa lentitud, claro que genera corrupción, claro que genera gastos extras, claro que genera salarios para los mal llamados “zares” de la reconstrucción, claro que genera retroceso y, sobre todo, demuestra una dolorosa incapacidad, frente a la que vemos una sonrisa complaciente en muchos sectores del gobierno.
Lo cierto es que por todos lados vemos sendos informes de la deplorable situación en que se encuentran los equipos de entidades fundamentales. Los hospitales están colapsados, los colegios se deterioran, los bomberos carecen de equipos suficientes y modernos, la infraestructura vial es calamitosa, la policía tiene unidades inoperativas por falta de mantenimiento y todo ello, es un momento en que el Perú tiene dinero. ¿Será que no hemos tomado conciencia de que la inacción y la incapacidad son una forma eficiente de atentar contra el desarrollo y la dignidad a la que todos tenemos derecho?
No obstante, nada de esta realidad la ve el Gobierno, empecinado en enfrentar en vez de dialogar, y en convertirse en un monotemático vocero al que debemos entender como que, frente a esa incapacidad vergonzosa, no le queda más que insistir en poner pies en polvorosa.
Es indispensable que las autoridades sean diligentes, proactivas y que demuestren capacidad de gestión y de administración. Es el momento de pensar nuevamente en que somos los ciudadanos los responsables de haber elegido a esas autoridades y asumir que debemos dejar de simplemente votar, para elegir.
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