Hora de la limpieza

Momento de luchar contra la corrupción y la ignorancia

La manera en que se conducen algunas personas que han accedido a niveles importantes de la política nacional debe llevarnos a reflexionar acerca de la necesidad de realizar una limpieza en este ámbito. La política, en nuestro país, necesita una limpieza.

Si damos una mirada rápida a los cerca de 200 años de vida republicana tenemos a Piérola y el contrato Dreyfus, a Mariano Belaunde y el Ministerio de Hacienda, Fernando Belaunde y la página 11, Fujimori y la Caja de Pensiones Militar y Policial —sin contar la manera en que se vendieron las principales empresas bajo el supuesto de la ineficiencia, no alcanzaron a Sedapal felizmente— Toledo con Odebrecht y Ecoteva, el caso de Nadine Heredia y sus agendas, Humala y Madre Mía, y la lista podría continuar.

En el caso del Partido Aprista, luego de Odebrecht saldrá revitalizado. Para nadie es desconocido que luego del 28 de julio de 1987 la derecha y la izquierda impulsaron una campaña que se basó principalmente en tildar de corrupto al APRA. Fujimori ayudó mucho. Un amigo decía que ahora que son públicas las delaciones ya no hay portadas, no hay nuevos acusados ¿Qué pasó? ¿Qué pasó con los acusadores?

En los últimos años, la política parece girar en torno a los problemas de corrupción, y así el país se retrasa. Y también nosotros. Dos presidentes del siglo XXI, Toledo y Humala, parecen tristes ejemplos de cómo la política puede ser un medio para elevar el estatus social. ¿Cuánto daño le hace todo esto al país? Unos dicen que el decrecimiento del PBI es uno de los primeros efectos de este orden de cosas; yo creo que los más afectados son los jóvenes, porque es imposible que no sientan cierto desánimo. No encuentran ejemplos.

Decía Jean Paul Sartre, en una entrevista, que una de las labores de los intelectuales era servir a su país con sus ideas. Por eso debemos contemplar la idea de poner a leer al país para que, por lo menos, al conocer mejor nuestra historia no repitamos los mismos errores. El siglo XIX, post Ayacucho, nos enseñó que el enfrentamiento entre nosotros no condujo a nada; el XX que la persecución de una idea retrasó el país. No podemos repetir estos capítulos. El siglo XXI debe ser la etapa de afirmación como nación, así como de la lucha contra la corrupción y la ignorancia, antes que su imperio se prolongue en los próximos cien años. Es hora de la limpieza.

Arturo Valverde