Úrsula Letona
Habemus nueva mayoría
Se debe proteger la legalidad al interior del Congreso
“Para los poderosos un delito siempre lo cometen los otros”
Noam Chomsky
Hoy nos encontramos ante una nueva conformación del Congreso. Podríamos decir que estamos frente a un segundo tiempo, el cual requiere la creación de consensos más allá de agendas propias y ambiciones personales, y proteger la institucionalidad como la base de cualquier acto legítimo del parlamento. Esto implica respetar el reglamento del Congreso, que tiene fuerza de ley, y colocar como prioridad el progreso del país.
Esta nueva mayoría tiene la responsabilidad de conducirse bajo los parámetros que tanto ha predicado; es decir, de manera democrática, sin abusar de su mayoría y sin componendas ilegales que violen las leyes parlamentarias. Por esa razón no es un buen comienzo que en esta nueva etapa se altere sin ninguna base el principio de proporcionalidad que recoge el reglamento del Congreso de la República en su artículo 30, puesto que las disposiciones reglamentarias del Parlamento no son reemplazables utilizando los votos de una mayoría.
Ese era un error que pensamos que iba a corregirse, puesto que no pueden apoyarse violaciones flagrantes al reglamento del Congreso. Lamentablemente una vez más se ha decidido, basándose en una redistribución irregular del Consejo Directivo, emprender un cambio en la proporcionalidad de las bancadas en las comisiones, atendiendo a los intereses particulares de algunas bancadas y atentando contra la distribución obtenida en las urnas. El presidente del Congreso afirmó en cierta ocasión que él no era presidente de algunos congresistas, sino de todos los congresistas. Al parecer hoy lo ha olvidado.
Proteger la legalidad al interior del Congreso debe ser una prioridad de quienes conformamos el parlamento, al margen de nuestra filiación política. No hay que olvidar que las acciones que ejecutamos en el parlamento se convertirán en el futuro en prácticas que podrán utilizarse en parlamentos venideros, dejando la puerta abierta a futuros conflictos.
Si bien es cierto que una mayoría dominó el Congreso durante los últimos dos años y medio, ahora ha correspondido que la unión de varias bancadas, incluyendo las nuevas, equilibre el poder político. La responsabilidad de tener la mayoría ha pasado a los demás grupos, que ahora tendrán la misión de ser el contrapeso a los planes y decisiones del Poder Ejecutivo. El Congreso es un poder independiente y no una mesa de partes, lo hemos dicho siempre. Ello no quiere decir que no debamos colaborar con las propuestas del Gobierno cuando estas se encuentren sustentadas en el interés general del país, y se logren llevar adelante gracias al acuerdo de todas las fuerzas políticas.
Desafortunadamente no se ha comenzado de la mejor manera. Haber defendido tantos principios, haber invocado en tantas oportunidades la democracia, los intereses del país y el clamor ciudadano para luego llegar a tener mayoría y hacer exactamente lo que siempre criticaron no augura un buen reinicio de labores parlamentarias, sino uno lleno de conflictos e inestabilidad que no le hace bien al país.
No hay situación más destructiva que una falsa indignación, especialmente si esta permite el odio y la revancha contra el adversario político, transgrediendo la ley y socavando la institucionalidad parlamentaria. No abramos la puerta a mayores conflictos. El país nos necesita unidos y son demasiados los problemas desatendidos y pendientes de solución. Si nos concentramos en venganzas no avanzaremos.
Como alguna vez dijo el Mahatma Gandhi, apliquemos el ojo por ojo y todos terminaremos ciegos.
Reflexionemos.
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