Manuel Gago
¿Fujimorismo recargado?
Distorsión de la verdad por parte del marxismo
Keiko Fujimori, lideresa de Fuerza Popular (FP), anunció la participación del ex presidente Alberto Fujimori en la denominada Escuela Naranja. De esta manera, con las “clases del chino”, FP pretende recuperar las simpatías del electorado para las elecciones generales del próximo año.
Por las intensas campañas de desprestigio en los últimos 20 años, diversos sectores del país olvidaron las reformas de primera generación fundamentales para la viabilidad del país. Desde el Gobierno socialista de las Fuerzas Armadas, liderado por Juan Velasco, se profundizaron los males nacionales heredados de siglos. Odios acumulados desde el incanato hacen del enfrentamiento político y doméstico una constante en la sociedad peruana.
En 1990 Alberto Fujimori fue la esperanza después del fracaso del primer Gobierno del joven ex presidente Alan García (según Carlos Adrianzén, por los indicadores económicos obtenidos, el segundo gobierno de García fue el mejor de los últimos 20 años). El pragmatismo de Fujimori relanzó la economía por medio de las reformas sustentadas en la Constitución de 1993 (Carta Magna que el marxismo quiere desaparecer para crear climas de pobreza y violencia, con el fin de tomar directamente el control del Estado). Antes de los noventa la viabilidad del Perú era incierta: un país afectado gravemente por la hiperinflación y el terrorismo de Sendero Luminoso (SL) –aliados del narcotráfico, como en estos días en los bosques peruanos– y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
La manipulación de la información (y el temor de no ser parte del rebaño) hizo que los mayores olvidaran y abandonaran la docencia en sus hogares. En los colegios públicos, casi abiertamente, los profesores hacen su parte: falsear la reciente historia. Días atrás, una clase virtual por televisión presentaba a los senderistas como luchadores sociales ejemplares. A los profesores senderistas (que permanecen en los colegios estatales) se suman ciertos medios locales, presentadores y comentaristas “indignados” con el fujimorismo. La estrategia del engaño funciona.
Luego de la caída de Alberto Fujimori, en 2000, la extinción del fujimorismo parecía inminente. Las declaraciones de Matilde Pinchi Pinchi, ex colaboradora de Vladimiro Montesinos (ex asesor de Alberto Fujimori). Por Pinchi Pinchi, muchos por nada o mucho menos de lo que vemos hoy, fueron acusados y encarcelados. Los informes Kroll, contratados por el Gobierno de Toledo, fueron escondidos por no contener los deseos de los adversarios (enemigos) de Fujimori: riquezas escondidas en algún lugar del mundo. No obstante, por un “civismo” vinculado al marxismo, el sambenito de “corrupto” se extendió velozmente. La victoria política de Toledo y la oposición de entonces fue la victoria de Sendero Luminoso.
Hoy, son contados con los dedos los senderistas sentenciados y purgando cárcel. Los peruanos mayores olvidaron los 60,000 muertos y más de US$ 30,000 millones de destrucción material provocados por el terrorismo. Y los jóvenes ni enterados: absorbidos por los relatos mentirosos –continuos y desalmados–- de una izquierda a la peruana, un marxismo contemporáneo e indignados compulsivos de ciertos sectores de acomodados y privilegiados.
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