Fobias

Existen condiciones psicológicas que ve el psicoterapeuta, pero también problemas psicobiológicos que son atendidos por los psiquiatras, que en estos vasos son los únicos que ejercen la medicina y prescriben medicamentos. ¿Le ha contado a alguien que se ha tratado con alguno? No, seguramente, porque si algo espanta es admitir que se tiene trastorno de ansiedad, depresión, trastorno obsesivo, fobia social, problemas de alimentación, dolores físicos, angustia, entre otros.

La persona promedio cree que será juzgada por la sociedad y más por los jefes, y lo esconderá; lo esconderá también porque asume que no sería contratada si el mundo lo sabe. La discriminación quizás sea habitual, asumo que el mundo de las fobias deriva de una ansiedad de raíz biológica. La serotonina tiene relación no solo con su alegría, sino también con su sosiego y coraje. Allí, también entran los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina como tratamiento. Hay quienes les dan vueltas y vueltas a los problemas con una preocupación constante por casi todo. En la hipocondría el doctor Google siempre le da un buen servicio, su diagnóstico y su obituario. 

El mundo moderno nos conduce al aprendizaje del estrés y al condicionamiento mental frente al peligro, al punto que muchos viven en una alerta perpetua. Se trata del sistema nervioso simpático, se trata de más que eso, porque la vida es tan hiperrealista como una vieja película italiana, estamos sometidos a la incertidumbre, la falta de acceso a los servicios, “demostrar algo” para sobrevivir, quedar bien y ser “perfectos”. La vida real es la de trabajar en la incertidumbre, la de buscar un trabajo o la de hacerla en la informalidad brutal con un palo encima y el ingreso día a día, es la de soportar las crisis económicas causadas por políticos ineptos, los abusos, las injusticias, los riesgos…

Y con todas esas simular estar plenos, casi en HD y con filtros. Nada de censurable tiene ir a un psiquiatra, quien recetará lo necesario para el equilibrio mental y, a la vez, a un psicoterapeuta que blinda la psique y deja un escudo que se queda con usted. 

“No le digas que tienes fobia a volar”, dices; “acrofobia, no seas cobarde”, te dicen. ¿Admitiría usted algún problema sin que lo juzguen mal? Antes decían “estás yendo al loquero”. El problema es que no hay una buena información de la salud mental, una que normalice el hecho médico, porque hasta quien va al cardiólogo miente y asegura que va al otorrino para que no lo crean “medio muerto”. 

Existen también algunas condiciones, que no son enfermedades y que podrían generar situaciones de discriminación o falta de cuidado sociolaboral. Algún trastorno del espectro autista, que nunca el otro sabe qué es y no sabe tolerar, puede llevar a “problemas” por falta de comprensión. Una persona con tal condición, como cualquiera que se trate, puede ser altamente funcional, inteligente y eficiente.

Sin embargo, alguna razón hay para que la falta de maduración social lleve a algunos a esconder que se ve un órgano específico como cualquier otro. Cuando una fobia le impida siempre subir al ascensor para llegar al piso treinta para no hiperventilar, y le impulse a pisar decenas de escalinatas, es hora de visitar al médico especialista, mandar al hoyo al marsupial que se mofe, contarlo si quieres en tu entorno amable, ser hipervigilado por su médico tratante y comprender que la complejidad y problemática de lo humano no tiene que llevarlo al más mínimo rubor… más aún si es que, en teoría mientras tanto, se está tratando de ayudar.