Heriberto Bustos
Enfangados en el pasado
Sobre la ratificación del indulto a Alberto Fujimori
La decisión del Tribunal Constitucional (TC) que hace unos días declaró fundado un hábeas corpus, restableciendo los efectos del indulto humanitario otorgado para Alberto Fujimori por el expresidente Pedro Pablo Kuczynski, pareciera haber caído como “anillo al dedo” a los grupos izquierdistas. Ellos, influenciados por la cofradía caviar y extremistas agrupados tras Perú Libre, intentaban tener presencia política y hábilmente sacudirse de sus responsabilidades sobre el lamentable curso que vive el país, y ahora elevan sus gritos de protesta sobre la decisión mencionada. Así buscan desviar (al margen de la importancia del hecho) la preocupación de la población sobre los actuales y verdaderos problemas del país; como por ejemplo la confrontación con la minería en la regiones de Apurímac y Moquegua, el inicio de clases de cerca de 8 millones de estudiantes sin mayores condiciones de bioseguridad, la corrupción, e incapacidad que caracteriza al actual gobierno, entre otros.
Es importante remarcar que, al margen de nuestra voluntad, credo religioso o simpatía política, existen en el escenario democrático, instancias encargadas de tomar decisiones sobre determinado tema o situación, con cuyo resultado podemos o no discrepar de manera racional, expresando opiniones o puntos de vista. Sin embargo, parece que la decisión del TC, ha dado pie al resurgimiento de viejas frustraciones, que al perder la objetividad merman las energías requeridas para abordar problemas que la coyuntura y la democracia demandan.
Siendo el odio una emoción natural, no debemos permitir que se convierta en nuestro consejero, tenemos que aprender a ser nosotros mismos los que guiemos nuestras vidas; ya es tiempo de liberarnos de él, pues (quien creyera) el presidio más tortuoso no está rodeado de barrotes, sino de recuerdos negativos. Es en esta línea que la poetisa estadounidense Maya Angelou, defensora de los derechos civiles y la igualdad, refiere que “El odio ha causado muchos problemas en el mundo, pero no ha ayudado a solucionar ninguno”; del mismo modo Martin Luther King Jr. Al afirmar “Debemos aprender a perdonar. Aquel exento del poder de perdonar, estará exento del poder de amar. Existe el bien en lo peor de nosotros y maldad en lo mejor de nosotros. Cuando descubrimos esto, somos menos propensos a odiar a nuestros enemigos”. La madurez política convoca a dejar de lado subjetividades que al dañar individualmente repercute en lo colectivo.
En ese contexto, intentado acercarnos a la problemática e intereses actuales del país, el caso Fujimori resulta siendo tan solo una especie de espejismo en el que debemos evitar, por un lado, que se refleje el conjunto de desgracias actuales y por otro, negarle a nuestros propios ojos, mente y corazón, la oportunidad de encontrarse con la presente realidad evidenciada en la crisis institucional, corrupción y desengaño político que transita a nuestro costado como mala compañera. Orientemos nuestras energías a combatir verdaderamente los males que aquejan al país y si bien las huellas del pasado deben servirnos de referente para no volver a cometer errores o aceptar que otros lo hagan, no permitamos que funcionen como amarras, desviándonos de la actual problemática.
Las circunstancias complejas que vivimos, demandan evitar absurdos desencuentros en relación a un personaje sin mayor incidencia política y que corresponde al pasado; exigiéndonos por el contrario la búsqueda puntos de coincidencia para defender los intereses del país evitando que la corrupción continúe su curso incrementando el daño estructural ocasionado.
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