Berit Knudsen
El síndrome del ciudadano estafado
Se está nombrando a ministros y autoridades que carecen de valores morales
Los Consejos Descentralizados de Ministros son una interesante iniciativa que podría acercar a los gobernantes a los pobladores de las zonas más apartadas del país para conocer su realidad y resolver su problemática. En la práctica, lamentablemente, solo se invita a los simpatizantes del gobierno a participar en estos espacios, en los que Pedro Castillo ataca a la oposición, “agudizando las contradicciones” y promoviendo su propia agenda para la Asamblea Constituyente. Ante la inoperancia, demandas desatendidas y una crisis que va en aumento, la ciudadanía reclama la solución a graves problemas como el aumento del costo de vida y la corrupción que vienen agudizándose. Según las últimas encuestas, un 42% de la población manifiesta su voz de protesta con el pedido de vacancia y un 17% está evaluando esa misma opción.
El Perú sufre de un mal llamado corrupción, que se agrava y generaliza a todo nivel. Cuando nos definimos como “criollos” muchas veces nos referimos a esa tendencia tan peruana de sacarle la vuelta a un sistema que no piensa en las necesidades de los ciudadanos, sino que ha sido diseñado priorizando las exigencias del mismo sistema. No se construyen iniciativas desde las bases, a partir de los requerimientos de la población, sino de acuerdo con las imposiciones del gobierno de turno. Nadie vela por el cumplimiento de las normas; por el contrario, las autoridades creen que promulgar más leyes solucionará todos los problemas.
El Estado peruano debería funcionar como una empresa, con diferentes unidades de negocios, productos y servicios. El capital humano estaría representado por los servidores públicos y el consumidor final, en torno al cual se desarrolla la organización; son los ciudadanos quienes hacen posible que la empresa garantice sus ingresos y funcione. El Consejo de Ministros debería ser el directorio responsable de hacer funcionar el sistema en forma organizada y eficiente, con estrategias para satisfacer las necesidades de sus clientes, los ciudadanos, que son además accionistas con voz y voto, a quienes deben rendir cuentas, asegurando la rentabilidad y continuidad.
Las empresas son organizaciones que ofrecen productos o servicios cuyo objetivo es satisfacer las necesidades de sus clientes, y deben hacerlo mejor que la competencia. El capital humano aporta la eficiencia que garantiza que el producto/servicio cumpla con los niveles de calidad; un compromiso que deben cumplir para conservar la fidelidad de sus clientes. La empresa se organiza en torno al consumidor, y la calidad del capital humano es clave para el éxito del negocio y para garantizar su continuidad.
El problema radica justamente en que el Estado no opera de esta forma. Peor aún, los partidos que ganan las elecciones creen haberse sacado una lotería que les permite tomar las riendas del país de la forma que les resulta más conveniente para sus propias agendas, devolviendo los favores con los que hicieron posible su ascenso al poder con puestos en el aparato Estatal. El caso del partido de gobierno, Perú Libre, es más dramático, ya que critican a los monopolios como principal argumento político; pero intentan instaurar un monopolio estatal dirigido por personas incapaces, sin experiencia, que desconocen cómo funciona el Estado, cómo opera una empresa; y marginan a aquellos empleados públicos con larga trayectoria en su sector. El resultado: esa empresa llamada Perú es cada día más inoperante, los clientes están insatisfechos por el desabastecimiento, la falta de servicios y por el incumplimiento respecto a la calidad de los servicios que prometieron. En pocas palabras: el cliente-ciudadano se siente estafado.
Se calcula que más del 40% de los empleados estatales no cumplen con el perfil idóneo para el puesto que ocupan, lo que representa a más de 600,000 funcionarios. Esta ha sido la práctica de todos los gobiernos, pero hoy debemos sumar a ello la inoperancia, los antecedentes penales, la ignorancia y una sed incontrolable por saquear las arcas del Estado. Este perfil predominante de los nuevos dirigentes representa, además, un mal ejemplo para nuestra sociedad, cada vez más golpeada por la crisis.
La raíz del problema está en los mismos partidos políticos, que no utilizan filtros durante la convocatoria de sus representantes, los que pasarán a integrar los poderes del Estado. Por ello vemos ministros, congresistas y miembros del Poder Judicial y de los organismos independientes que no solo no cumplen con los perfiles del puesto; sino que también carecen de valores morales para conducir la Nación con vocación de servicio y con el propósito de resolver los problemas de la ciudadanía.
La prioridad en la currícula escolar debería ser: promover principios y valores para la formación de peruanos honestos y preocupados por el futuro. Solo así podrá salir adelante el Perú.
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