Juan Carlos Valdivia
El poder de la reelección
El nuevo perfil caudillista de Susana Villarán
El poder es una de las fuerzas de mayor capacidad transformadora de la personalidad. El filósofo Jacques Maritain hablaba de la “vitamina P”, capaz de convertir a un hombre discreto en un verdadero líder. Pero la vitamina P no tiene los mismos efectos sobre todos. Hay quienes están mejor preparados para una dosis determinada, o quienes se ven afectados por una sobredosis para la que no están preparados.
La decisión de la Susana Villarán de ir a una reelección es una muestra de cómo afecta el poder a las personas. Una era la Susana Villarán que se presentó a las elecciones el 2010, y otra es la que busca la reelección en el 2014. En el 2010 era la representante de un proyecto colectivo que buscaba transformar Lima construyendo ciudadanía; la del 2014 es la típica caudillo sin cuya presencia es imposible alguna reforma en la ciudad.
Susana Villarán ha cambiado. El poder la ha cambiado. No ha logrado ser una buena gestora, aprendizaje que hubiera sido importante para los vecinos de Lima, sino que ha abandonado su discurso sobre democracia participativa, sobre construcción de ciudadanía, sobre transparencia en la gestión, para reemplazarlo por un pragmatismo que hace recordar la gestión de Luis Castañeda.
Algunos desavisados, incluyendo periodistas, le dijeron que debía poner su nombre en las obras, para levantar su baja aprobación, y a pesar de que dijo que no lo haría, lo hizo, pero su desaprobación siguió creciendo. Incrementó exponencialmente el presupuesto municipal para publicidad, pero su desaprobación siguió aumentando. Contrató decenas de periodistas para su equipo de comunicaciones, financió diarios y otras publicaciones -que nadie sabe quién es el dueño- para que la defiendan y ataquen a sus opositores. Y su desaprobación siguió creciendo.
Fue a la revocatoria con una campaña millonaria nunca explicó, pero se llenaba la boca hablando de transparencia. La revocatoria sancionó su gestión, expulsando a casi la totalidad de sus regidores, pero ella, desoyendo el mandato ciudadano, los volvió a contratar, tal como antes ya había llenado la planilla municipal con familiares de sus regidores y funcionarios, incluyendo suegras, cuñadas y un largo etcétera, en la gerencia de seguridad ciudadana.
Ahora se quiere presentar como la abanderada contra la corrupción. Se olvida de que su socio actual en la municipalidad, don Alejandro Toledo (cuyo partido maneja el gobierno regional de Lima y cuyos regidores le permiten mantener la mayoría del concejo), no ha explicado esa operación típica de lavado de activos que operó bajo la empresa Ecoteva. Y que su otro socio, Gregorio Santos, tiene serias acusaciones de corrupción en la administración del Gobierno Regional de Cajamarca.
Ha cambiado tanto con el poder doña Susana, que una de las frases que la identifica, “palabra de mujer”, ha perdido todo sentido con esta reelección que ella había asegurado que no iba a suceder.
Ya su campaña comenzó, con paneles en todas las avenidas importantes de la ciudad, lo que confirma un cambio más: Ya no es la austera candidatura de izquierda, sino una que ha aprendido el uso de proveedores y empresas que requieren autorizaciones, para financiar el marketing de su reelección. Ya no hay duda que el poder la ha cambiado, pero no en lo que los vecinos necesitamos: Que se vuelva eficiente.
Por Juan Carlos Valdivia
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