Guillermo Vidalón
El Perú y la escena mundial (II)
Una reflexión sobre la independencia y los primeros años de la República
Otra vez, la enseñanza de la historia es la siguiente: “Sin un aparato productivo robusto no hay seguridad ni defensa, tampoco cierre de las brechas sociales”. La primera parte de “El Perú y la escena mundial”, comprende el período de la Conquista y su impacto económico y social en Europa. Asimismo, el desafío que representó para Inglaterra no hallar riquezas en Norteamérica –a diferencia de la América hispana– y la oportunidad para generar beneficios económicos a partir de otra realidad.
En el siglo XVIII, la máquina de vapor (1763 y 1775) de Boulton y Watt se convirtió en la impulsora de la Revolución Industrial. Las moléculas de agua (H2O) sometidas a la acción del calor se separan, por lo tanto, ocupan un mayor espacio. Esta reacción fue percibida por sus diseñadores, que decidieron experimentar hasta capturar el vapor al interior de un caldero, la presión contenida supera a la acción de varias personas. En el caso de las minas, motivo por el cual fue diseñada la máquina de vapor, facilitó el drenaje, pudiéndose alcanzar nuevas galerías y, por consiguiente, lograr un mayor aprovechamiento de los minerales. Más adelante, la máquina a vapor fue incorporada a los calderos desde el diseño de los barcos, locomotoras, etc., acelerando la comercialización de insumos para la industria e incrementando la demanda de bienes de consumo final porque se abarataron sus costos.
En España, apogeo y crisis, durante los siglos XVIII y XIX, la Dinastía Borbónica se dedicó a reformar la economía, la política y la organización del imperio, pero llegaron tarde, perdieron su liderazgo y, al parecer, el tren de la historia. En cambio, Inglaterra vivía la Revolución Industrial, un gran sector de su población dejó la ruralidad para convertirse en citadina, mejorando su calidad de vida. Francia, por su parte, enfrentó el desmoronamiento del Antiguo Régimen y surgimiento del republicanismo con la Revolución Francesa de 1789. El genio militar Napoleón Bonaparte lo catapultó al poder, se declaró Emperador tras vencer en varias batallas. Invadió España en 1808 y el rey Fernando VII se vio obligado a abdicar de la Corona. Napoleón hizo nombrar rey de España a su hermano José.
Por su parte, las colonias españolas de América se mantuvieron libres del control francés y, en casi 300 años de dominio español, la América hispánica tuvo que aportar oro y plata para financiar la independencia del territorio español ocupado por las fuerzas napoleónicas. España, libre del influjo de Napoleón, se reunió en lo que se denominó las Cortes de Cádiz para elaborar la primera constitución de 1812, que estableció un efímero estado liberal. En 1913, Fernando VII es restituido y reconocido como Rey de España.
A principios del siglo XIX, el germen independentista se había iniciado. La descolonización de América se llevó a cabo desde México hasta Argentina en el extremo sur del continente. Nadie pudo impedir este proceso que culminó en 1824 con la batalla de Ayacucho.
A lo largo de la historia, la denominada Pirámide de Maslow, en sus cinco categorías, siempre ha estado presente como gran motivadora de la acción personal, así como la colectiva que se expresa a través de la política. En el siglo XIX, Europa lanzó misiones expedicionarias por todo el mundo con la finalidad de proveerse alimentación y mejorar la salud de sus habitantes (fisiológicas); seguridad (preparados para la defensa y también para la ofensiva); autoestima, sentirse capaz de alcanzar un logro –individual o colectivo–; motivación que siempre será intrínseca a la persona.
La importancia del Perú en el contexto mundial deviene principalmente de su riqueza natural. En el siglo XIX, Ramón Castilla cerró el ciclo del primer militarismo posindependencia, gracias a que el estado dispone de mayores recursos provenientes del guano de islas que fueron empleados como fertilizantes en los campos europeos. Organizó el presupuesto de la nación. Abolió el tributo indígena y la esclavitud. Emprendió grandes obras públicas como el alumbrado de la capital, instalación del servicio de agua domiciliario, adquirió armamentos, unió Lima con el puerto del Callao a través de una vía férrea que luego se extendió hasta el centro del país. Construyó escuelas para alfabetizar, entre otros.
La historia nos enseña que hay momentos y circunstancias en los que el Estado recibe ingresos excepcionales que deben ser aprovechados hoy y no mañana, porque pueden perder valor en el futuro o resultar ser temporales.
En la próxima entrega de “El Perú y la escena mundial” abordaremos el período comprendido entre el guano y el salitre, y la recuperación de la economía nacional tras la Guerra del Pacífico.
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