Jorge Varela
El neoliberalismo en suspenso
La propuesta capitalista progresista
El devenir del neoliberalismo se encuentra en suspenso. Parece que solo es cuestión de esperar sin prisa en las veredas de la historia para ver cómo desciende a los abismos la mortaja del orden económico neoliberal en que vive parte importante de la humanidad. Es lo que afirman varios políticos y economistas.
Desde las posiciones de izquierda radical hasta sectores que se identifican con tesis capitalistas heterodoxas, –pasando por un variado espectro que incluye a neomarxistas nostálgicos, pseudo-rebeldes, socialistas libertarios extraviados, demócratas desfallecientes, cristianos genuflexos no tan cristianos, liberales carentes de perspectiva, profetas populistas cuasi-totalitarios, conservadores derechistas obtusos– la sombra del presagio es una clara manifestación de aguas agitadas.
¿Fracasó esa concepción ideológica o se haya perdida en algún atajo del camino? ¿Se deformó o agotó como modelo de crecimiento económico y desarrollo social? ¿La culpa es solo del mercado indolente o de sus seguidores que no han sabido emanciparse a tiempo de Milton Friedman y han terminado por no adaptarse a las exigencias del bien común? ¿Esta anunciada declinación del neoliberalismo es un requisito propio del tránsito de la modernidad a la posmodernidad o es producto de disquisiciones típicas de teorizantes preocupados de autosatisfacer sus egos académicos?
Posturas de cristianos y neomarxistas
El católico Stefano Zamagni –asesor económico de los últimos Papas– sostiene que “el modelo de mercado capitalista heredado del pasado reciente ya no es factible, y debe ser cambiado. Pero no por un modelo que prescinda del mercado y coloque al Estado al centro: lo que se necesita es un sistema que conjugue Estado, mercado y comunidad… El hombre debe ser el centro y no el mercado" (entrevista “Economía y Negocios”, El Mercurio, 24 de junio de 2019)
Por su parte el pensador neomarxista Slavoj Zizek opina que “los izquierdistas tradicionales odian dos cosas del orden mundial actual: al mercado libre, loco, con su caos; y a los Estados autoritarios” (Zizek. Entrevista en el diario El País, 16 de diciembre de 2018). El mismo Zizek había proclamado los estertores del capitalismo neoliberal, anticipando el agotamiento de la globalización neoliberal. (El País, 2 de julio de 2017)
Otras señales nos indican que la sombra ancha del actual eclipse ideológico mundial alcanza a cubrir otros caminos y destinos alternativos, lo que hace aún más difícil el despeje de la nubosidad que oscurece el horizonte contemporáneo. El desencanto se ha convertido pues, en un rasgo distintivo de diversos pensadores. Si hasta el filósofo neomarxista Gianni Vattimo ha dicho que “si había algo concreto para ver era el comunismo. Pero eso ya no existe como nodo importante y ya no es creíble. Marx y Dios han muerto (entrevista diario El País de España. 28 de junio de 2019).
Una salida proveniente del capitalismo
A juicio del economista norteamericano Joseph Stiglitz, el experimento neoliberal fracasó. Según afirma, ¨hay una alternativa al fundamentalismo de mercado”, una salida consistente en “un rebalanceo pragmático del poder entre el Estado, los mercados y la sociedad civil (que) nos permitirá avanzar hacia un sistema más libre, más justo y más productivo”. Esta propuesta, que denomina “capitalismo progresista”, implica –en su visión– “un nuevo contrato social entre los votantes y los gobernantes, entre los trabajadores y las corporaciones, entre los ricos y los pobres. Tenemos que salvar al capitalismo, y la mejor chance es adoptar una agenda de reforma basada en el capitalismo progresista" (Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel 2001, libro La gente, el poder y las ganancias: un capitalismo progresista para una era de descontento).
Un recorrido complejo
Si el capitalismo liberal prohijó al neoliberalismo, –como ideología del statu quo, cuya expresión genuina ha consistido en extender la lógica del ‘valor máximo’ y echar los cimientos de una especie de revolución económica y cultural que hoy está muy cuestionada, para las izquierdas del siglo XXI el recorrido es y será aún más laborioso y complejo, si se considera el peso de su tradición marxista. Es que “en la izquierda, el nacionalismo, el soberanismo, el estalinismo, siguen siendo todavía muy fuertes” (Christina Laval).
Mientras no se conciba una nueva teoría y no se implemente un nuevo sistema para resolver los conflictos y defectos de la neoliberalidad, será difícil dar por muerto al neoliberalismo. No importa que Stiglitz haya dicho que el Gobierno de Gabriel Boric está "más o menos alineado" con su planteamiento de modelo económico capitalista progresista y que una de las razones por las que estaba tan entusiasmado con ir a Chile, es mirar el entierro (del neoliberalismo) y estar en su funeral (Emol. 27 de octubre de 2022).
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