Alejandro Arestegui

El mito del neoliberalismo

¿En qué consiste este término, usado por la izquierda como insulto?

El mito del neoliberalismo
Alejandro Arestegui
12 de enero del 2024


Cuando las elecciones argentinas son ganadas por el movimiento que promueve la libertad, los resentidos de izquierda gritan enfurecidamente: ¡Nefasta victoria del neoliberalismo extremo! Cuando ocurren sucesos de terror y caos en Ecuador los furibundos izquierdistas proclaman ¡es culpa del neoliberalismo (y la dolarización)! Cuando la presidente Dina Boluarte se deslinda de Pedro castillo y estallaron las protestas, la izquierda peruana la asocia inmediatamente, sí, adivinaron, con el neoliberalismo. 

Pero ¿En qué consiste este relato folclórico que evade cualquier análisis político o económico? ¿Quiénes son estos “neoliberales” con los que la izquierda nos asusta desde nuestra más tierna niñez? ¿Qué es en realidad el neoliberalismo?

Hay que comenzar diciéndolo: el neoliberalismo no existe. Este término tan confuso es fruto de una pequeña reunión que se hizo mediática: Corría 1937 y el famoso periodista y pensador americano Walter Lippmann había llamado la atención por la publicación de su libro “The Good Society”. En este libro, Lipman escribía sus reflexiones sobre la Gran Depresión en Estados Unidos y la delicada situación del liberalismo a nivel internacional. Un año después, bajo el nombre de Coloquio Lippmann, él y un grupo de economistas y pensadores liberales europeos se juntarían a debatir sus ideas en París. Entre las importantes figuras que habían asistido a la reunión podemos nombrar a Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Wilhelm Röpke y Alexander Rustow. Aparentemente la reunión habría sido algo controversial, ya que no habrían logrado ponerse de acuerdo en los debates que se suscitaron. De todas maneras, lo importante es que aquí se habría acuñado el término “neoliberalismo”, que algunos habrían propuesto como una estrategia para darle un nuevo ímpetu a las ideas de la libertad. Estas ideas habían perdido presencia por una escena internacional que estaba dominada por los totalitarismos soviéticos y fascistas. Poco tiempo después, el término volvería a aparecer de manos de unos economistas alemanes que fueron al coloquio: Wilhelm Röpke y Alexander Rustow. Ellos participaron en la creación de nuevas corrientes como la economía social de mercado y el ordoliberalismo. El ordoliberalismo planteaba solucionar los problemas de la posguerra oponiéndose a Hitler y otras ideas extremistas que circulaban en Alemania, proponiendo así, en palabras de Röpke, que un “liberalismo más conservador y cristiano”, una economía lo más liberal posible, pero en un marco legal que garantice servicios básicos y, sobre todo, estabilidad en las débiles instituciones de Alemania. A este nuevo liberalismo lo denominan erróneamente “neoliberalismo”.

Afuera de la tradición liberal, el término neoliberal prácticamente ni siquiera figuraba. Curiosamente, la reaparición del término no venía de algún académico que quería retomar las ideas de Rustow o alguna propuesta semejante. El término “neoliberalismo” vuelve en los años 80 y 90 como una simple etiqueta que englobaba a un gran grupo de ideas con algún tinte capitalista. Esta caracterización, que incluso se normalizó en importantes círculos académicos, relaciona al neoliberalismo con personas y organismos tan dispares como Milton Friedman, Friedrich Hayek, Mario Vargas Llosa, los “Chicago Boys”, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la austeridad fiscal, las privatizaciones y en muchos casos, el corporativismo y el mercantilismo. En cuanto a sus figuras políticas, se relacionan estas ideas con Ronald Reagan, Margaret Thatcher y actualmente con presidentes como Nayib Bukele, Javier Milei, Mauricio Macri, Sebastián Piñera, Daniel Noboa, Donald Trump o Emmanuel Macron. No necesitamos ser profesores de economía para detectar numerosas incoherencias en estos argumentos en contra del “neoliberalismo”. A veces es tan aberrante que se mezclan personajes, conceptos e ideologías tan contrarias y contradictorias entre sí. La mayoría de los críticos del supuesto neoliberalismo incurren en la famosa “falacia de falsa equivalencia”. Ya que cuando quieren describir los rasgos más característicos del neoliberalismo bien podrían estar describiendo a sus propios líderes y salvadores, que a ojos izquierdistas jamás serían “neoliberales”. 

El primer ejemplo es el del chino comunista Den Xiaopin: este liberalizó el mercado, concedió algo de propiedad privada, redujo el gasto público y redujo los impuestos, así como incentivó la privatización de numerosas empresas (pero ningún izquierdoso se atreve a llamarlo neoliberal). El segundo y más potente caso es el de Vladímir Lenin: el líder ruso tuvo que volver a instaurar y a proteger la propiedad privada una vez que su economía de guerra fracasó, asimismo, emitió una moneda respaldada con el patrón oro (los famosos chervonetz), Claro que ningún marxista peruano o extranjero se atrevería a llamar a Lenin neoliberal, a pesar de que algunas de sus políticas perfectamente podrían encajar en el molde de cualquier supuesto dirigente neoliberal.

Como conclusión: los antiguos izquierdistas recalcitrantes y los nuevos progresistas postmodernos usan los peyorativos de: “facho neoliberal” (aunque esta sea una contradicción en sí misma) para insultar a los que no opinen como ellos. Estamos ante una manipulación deliberada del término, un sofisma carente de un rigor académico, sacado de contexto, que solamente se podría hacer referencia a personajes y sucesos muy centrados y especificados. Simplemente es un insulto que los izquierdistas usan para tratar de menospreciar, ningunear, desacreditar y querer reducir al liberalismo. Ya que en esta batalla cultural (o debate de las ideas para aquellos que no quieran usar este término) nos obliga a hablar con la verdad. Y la verdad y la honestidad intelectual nos señala que cualquier persona con algo de criterio y de formación no puede estar repitiendo tan seguido que la causa de todos los males de Latinoamérica y el mundo es por culpa del neoliberalismo. Si piensan que estoy exagerando, simplemente busquen en Twitter (ahora X) el #neoliberal y se toparán con las mayores locuras, desparpajos y despropósitos de un nutrido y colorido grupo de izquierdistas desubicados y confundidos (por ellos mismos claro).

Alejandro Arestegui
12 de enero del 2024

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