Raúl Mendoza Cánepa
El mentoring en las empresas
Para potenciar el desarrollo humano
Cuando Ulises partió hacia la guerra de Troya dejó a su hijo Telémaco bajo la orientación de Mentor. Es posible que haya escuchado esta palabra, pero que no supiera que responde a un nombre y que significa más de lo que parece. No es terapia ni se acerca al psicoanálisis, porque el viaje interior y la búsqueda de una clave tan secreta como luminosa están fuera de su objeto.
Por su lado, el coaching es un entrenamiento para situaciones específicas y objetivos más o menos concretos, coyunturales. El coach puede ser útil en una empresa por su metodología al encauzar al guiado hacia su meta laboral, pero ignora las pulsiones y entresijos que constituyen los obstáculos que ralentizan el avance. La mirada del coach es despersonalizada, no refiere a circunstancias personales, por tanto puede ofrecer un resultado parcial.
La mentoría es una actividad distinta, personalizada y con un pacto de confianza previa que supone una relación de escucha activa y de intercambio y seguimiento, una necesidad humana al fin y al cabo. El mentor orientará en cuestiones muy concretas dadas las circunstancias, pero irá más lejos en tanto formará al mentoring en diversos aspectos que no solo atañen a su labor profesional sino personal. La formación supone que el mentor tiene un panorama mayor por su experiencia personal, y un interés agregado en articular los objetivos profesionales y propósitos individuales con los problemas personales y familiares del orientado. Se asume que es una transmisión de sabiduría multidisciplinaria, un liderazgo anímico; y es probable que, en sus formas griegas, admita una preparación general para la vida y para los retos. El mentor forma en una disciplina al discípulo que se inicia, pues es también su materia; pero le transmite también su visión y estrategia para la vida y el éxito, así como la más cabal actitud ante el fracaso. En ocasiones, transformará su enfoque general.
No hay un requerimiento académico —por decir, haber pasado por una facultad de Psicología— que podría deformar su sustancia y su panorámica; pero sí tener una visión compleja y profunda del ser humano desde su experiencia, lecturas, saberes y conocimiento del negocio. En diversas firmas grandes del mundo, especialmente en Estados Unidos y Europa, un orientador o motivador es fundamental para que el vendedor (sea cual sea el rubro) logre el máximo de su potencial. Un problema nimio puede afectar su desarrollo y, por tal, alterar el intercambio.
El capital humano no es solo el trabajador que provee un servicio y recibe una remuneración, sino también comprende al impulso o ancla que viene detrás de él. A veces, en las empresas es fácil encontrar un médico para atender las emergencias, pero difícilmente se hallará a un guía especializado para remontar reveses profesionales y humanos con la horizontalidad de un amigo. Por lo general, las empresas asumen que los descensos de ventas se deben a factores exógenos. En buena medida puede ocurrir que es el factor humano el que falla, la percepción gerencial, cuando no el debilitamiento de la capacidad del trabajador por cuestiones no vinculadas necesariamente a su entorno laboral.
En el mentoring prevalece la confianza, el tú a tú, lo que no ocurre con la psicoterapia (unilateral). Se congregan elementos que pueden manifestarse en términos de confidencia y sinceridad. Un pacto de confidencialidad abre el terreno a una nueva relación entre el empleado y la empresa, a través de la mediación del mentor. Desde la entrada a la finalización de la relación laboral, este acompañamiento puede ser gravitante para la construcción de un sujeto que podrá alcanzar metas y administrar su propia vida con templanza, cálculo, serenidad y una nueva visión de sí mismo y de sus propias potencialidades. En Grecia los filósofos tenían fama de formadores integrales. Alejandro Magno forjó su imperio en una joven edad, no sin antes recibir la sabiduría de Aristóteles (se dice que forjado para tal empresa por los alcances del filósofo).
Potenciar el desarrollo humano y revertir las circunstancias críticas e íntimas de la vida no es una tarea que la empresa, a través de sus directivos, pueda siempre desarrollar. Pero acaso sí delegar.
Raúl Mendoza Cánepa
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