David Auris Villegas
El maestro de escuela ante el escrutinio social
Sobre las polémicas declaraciones del ministro de Educación
Los educadores, como actores sociales, se encuentran siempre en el escrutinio público, que no solo se enfoca en la observación, sino también en la presión social. Cada acción está en la mirada de la sociedad. El impacto de lo que sucede en los resultados de la educación puede determinar la valoración de la reputación docente o su lapidación profesional y personal, haciendo de esta profesión una actividad altamente sensible.
Todo educador ostenta una presencia pública y necesita mantener un equilibrio en su personalidad y emocionalidad. Cada acción desfavorable puede convertirse en titulares de los medios de comunicación que afecta a la sociedad. En una entrevista del 30 de mayo en Radio Programas del Perú, la maestra y presidenta del Consejo de Mujeres Awajún, Rosemary Pioc, dijo que desde 2010 al 2024 se han realizado 524 denuncias formales contra docentes por agresión a estudiantes de la localidad Condorcanqui, de la región Amazonas.
En medio de esta embestida y maltrato contra las inocentes víctimas, el actual ministro de educación, el Dr. Morgan Quero, infelizmente lo consideró como una costumbre cultural, cuando debió condenar esta violencia, porque se trata de la aniquilación moral de la vida de niñas y niños, que ven marchitados sus sueños en manos de sus maestros, considerados padres espirituales.
A pesar de la relevancia de su papel, no todos los educadores logran mantener un patrimonio moral, como vemos. Los sucesos de estas conductas inadecuadas han surgido a la luz, suscitando la desconfianza y el repudio de la sociedad y agravando la imagen del magisterio. Estas acciones no solo afectan negativamente el entorno educativo, sino que también transmiten un mensaje contradictorio acerca de los valores que los docentes deben impartir.
En este andar formativo, la sociedad puede colaborar estrechamente con los docentes, apoyando sus esfuerzos educativos, transmitiendo valores éticos y de respeto en casa y en la sociedad. Juntos, docentes y comunidad asumen el reto de construir un entorno que promueva el desarrollo saludable y responsable de toda la generación de niños y niñas.
Para que los educadores recuperen y fortalezcan su función como agentes sociales, es necesario que asuman un compromiso ético con el desarrollo moral y emocional de sus estudiantes, tanto dentro como fuera del aula. Dado que la ética, según la prestigiosa filósofa española Adela Cortina, consiste en minimizar el sufrimiento y hacer feliz a las personas, realizando el bien, ya que un mundo sin compasión no es posible para la humanidad.
Los maestros de escuela cambian vidas. Como ingenieros sociales, pueden potenciar la mejor versión de los estudiantes, impulsando una vida compartida y feliz o destruirla.
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