Giancarlo Peralta
El desafío liberal
Llegar al Gobierno e impulsar un cambio radical en favor del desarrollo
El pragmatismo político sigue avanzando en Latinoamérica. Por un lado, el salvadoreño Nayib Bukele, quien en su primer año de Gobierno ha derrotado a las organizaciones delictivas que habían tomado casi por asalto a la nación centroamericana; y por el otro, el argentino Javier Milei, quien resultó ganador de las primarias en el país gaucho, no obstante haber tenido en su contra al Gobierno de Alberto Fernández y a las encuestadoras que lo colocaban en el tercer lugar de las preferencias ciudadanas con la finalidad de incentivar la migración de sus votantes hacia las dos primeras “opciones victoriosas”.
Como siempre, argumentarán que las encuestas son “las fotografías del momento” y que la tendencia de las encuestas realizadas sobre Milei lo ubicaban en el tercer lugar, pero de subida; en tanto que los victoriosos de los días previos al escrutinio demostraban lo contrario. En otras palabras, los sondeos de opinión siempre han sido acertados. No les vendría mal un poco de modestia. Sin embargo, más allá de los éxitos de Bukele, lo cierto es que está demostrando firmeza en su liderazgo, pragmatismo político y convicción para seguir adelante con sus propuestas de gobierno que están recibiendo alto respaldo ciudadano.
Algo de lo mencionado anteriormente debe servir de ejemplo y análisis para la nueva hornada de políticos peruanos con miras a las elecciones generales del 2026. No se trata de proclamar un ideario liberal que nunca llegue a convertirse en gobierno. Se trata de llegar al gobierno e impulsar un cambio efectivamente radical en favor del desarrollo económico y social que beneficie principalmente a los menos favorecidos. Nunca más con “programas sociales” que son fuentes de corrupción y generación de dependencia, en lugar de proponer la forja de ciudadanos autónomos, emprendedores, dispuestos a competir de igual a igual con cualquier otro ciudadano del mundo. Actualmente, la tecnología permite eso y nuestros jóvenes tendrán que enfrentar ese reto cuando alcancen su etapa laboral, más inclusive si el competidor será la inteligencia artificial. Podemos imaginar cuánto debemos avanzar en mejorar la calidad de la educación para superar el rezago.
En adición, el Perú también tiene que seguir compitiendo, construyendo infraestructura que aproveche cada día más su ubicación en el centro del continente sudamericano de cara al mayor mercado mundial de los próximos siglos, la cuenca del Pacífico. ¿Qué infraestructura resulta indispensable construir en el menor plazo posible para el Perú?
- El tren de la costa.
- La nueva carretera central (mejor que vaya por túneles para evitar el riesgo de deslizamientos de tierra. En Colombia ya existe uno que supera los 19 kilómetros de longitud).
- Encauzamiento de los ríos costeros del norte del país para mitigar efectivamente los impactos de los próximos fenómenos de El Niño.
- Trasvase de agua de la cuenca oriental hacia la vertiente del Pacífico para asegurar la demanda de más del 60% de la población que habita en la costa. Y consolidar el desarrollo de la agroindustria de exportación, así como la dispensa alimentaria para el futuro.
- Construir 300,000 viviendas populares para los pobres extremos que habitan en su mayoría en los Andes, de manera aislada. Hay que generar ciudades que pongan a disposición de los más pobres casas abrigadoras con paneles solares y biodigestores. Un verdadero programa socioproductivo que fomente la atención de las demandas “nicho” de ciertos consumidores, como podría ser el producir determinados tipos de papas nativas que cuentan con gran aceptación en los denominados consumidores de alta gama en el Perú y el mundo.
- Desarrollar el puerto de Corio en Islay, región Arequipa, lo que consolidaría que toda la carga de América del Sur pase por el Perú a través del mencionado puerto y el que está por concluirse, en Chancay.
El valor de estas obras debe sobrepasar los US$ 60,000 millones; sin embargo, no es imposible hacerlos realidad. Para financiarlos, el Perú tiene que fomentar la inversión en sus principales actividades económicas, especialmente la minería.
Además de una reforma profunda del aparato estatal, como se ha propuesta en múltiples oportunidades, se debe contar con un Ministerio de Infraestructura que no dependa del poder político de turno, sino que opere como lo hace el Banco Central de Reserva, que es considerado una de las instituciones más competentes a nivel internacional. Un ministerio que represente a todas las actividades productivas, como podría ser el agrupar a: Produce, Energía y Minas, Trabajo, Ambiente bajo la batuta de quien esté convencido que el objetivo nacional es incrementar la producción y productividad del país. No se trata de sacrificar a ningún sector, todo lo contrario, ser conscientes que sin recursos es imposible cuidar el ambiente, generar empleo, reducir la pobreza y mejorar la salud y la educación. Otro, ministerio de Asuntos Sociales, que agrupe Educación, Cultura, Salud, Poblaciones Vulnerables, de la Mujer, Justicia. Otro ministerio de Defensa y Orden Interno; y así, sucesivamente.
Se requiere concesionar Sedapal en Lima, junto con otras prestadoras del servicio de saneamiento a nivel nacional para ampliar y mejorar la calidad de agua y tratamiento de las residuales en beneficio de los usuarios y el ambiente. Del mismo modo, se debe vender Petroperú, un elefante arruinado por todos aquellos que se reclamaban nacionalistas.
También se debe buscar mecanismos de incorporación a la economía formal para el mayor número de ciudadanos. Un mecanismo podría ser vincular el aporte a las pensiones de jubilación con un porcentaje del Impuesto General a las Ventas, que es una contribución que impacta indirectamente a toda la población.
Para promover la generación de empleo en el sector construcción bastaría con eliminar la presentación de solicitudes de demolición, construcción y conformidad de obra en todo el país. Nos hemos preguntado por qué un funcionario público debería decidir cuándo, cómo y por qué debemos hacer nuestras propias viviendas. Otra cosa es que se respeten los parámetros municipales, pero de allí a esperar al otorgamiento de una licencia en función al real saber, entender y voluntad del burócrata de turno. Eso casi siempre ha sido fuente de corrupción e ineptitud.
Fortalecer el orden mediante la aplicación del principio de autoridad. En Perú, la pena de muerte está circunscrita al delito de traición a la patria en caso de guerra y terrorismo; empero, sucede que la delincuencia común y el crimen organizado están avasallando a los ciudadanos honestos y trabajadores. Ampliar el ámbito de aplicación de la pena capital implica retirarse de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para que pueda legislarse sobre esta sanción para el feminicidio, violación de infantes de ambos sexos, sicariato. O empezamos el debate o la sociedad se desborda. Los casos en que sectores de la población o de las mismas fuerzas del orden han decidido actuar directamente es porque el sistema de justicia no está a la altura de las circunstancias. Se menciona que existen riesgos, pero estos siempre van a existir. Reflexionemos sobre la seguridad que Nayib Bukele le ha prodigado a El Salvador, algo realmente digno de admiración.
¿Algún político se decidirá a estar a la altura del desafío?
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