Mario Saldaña
El CNM, la OCMA y los tremendos jueces
Denunciar a los jueces y fiscales corruptos e incompetentes
Si bien la destitución del juez Ismael Orozco —anunciada ayer por el propio presidente KuczynskI— resulta emblemática, por tratarse del tema que más afecta hoy en día de a los peruanos (la inseguridad ciudadana y el crimen), no es menos cierto que en una gran diversidad de ámbitos, tanto fiscales como magistrados siguen actuando de la mano de la corrupción y de la coerción de todo tipo, haciendo de la aplicación de la ley una burla hacia la sociedad.
Ayer PPK se ha anotado un punto. Afinando su sentido de empatía con la población (¿ve que sí son útiles los Consejos de Estado, señora Salgado, y no solo son para la foto?), el Gobierno y las más altas autoridades judiciales han actuado con la oportunidad que esperamos ante la grave situación de indefensión que percibe la población. Y de frustración que experimenta la Policía (o eventualmente el Ministerio Público) ante casos similares, en los que tras un trabajo de gran efectividad (tanto operativo como investigativo) los jueces liberan, en tiempo récord, delincuentes prontuariados.
Pero en varios otros ámbitos de la administración de justicia, la burla y el abuso que cometen jueces o fiscales (para los que la ley es tan adaptable como un chicle y tan interpretable como una obra de arte) es pan de cada día. Salir triunfante de un proceso judicial en una enorme cantidad de casos no depende de tener la ley a favor, ni siquiera de contar con un extraordinario abogado, sino de un sinfín de factores: los litigantes (cuánto poder tienen las partes; incluyendo, por supuesto, el dinero), cuan mediatizado está o no el tema, el perfil y las características personales del fiscal o del juez, el lugar donde se lleva a cabo el proceso y, por cierto, cuán probos u honestos sean los magistrados intervinientes.
El ejercicio profesional como comunicador y periodista me ha permitido conocer los casos más sorprendentes (intento concentrar la idea en un solo término) que usted, amigo lector, se pueda imaginar. Tan sorprendentes que las obras de Kafka y de Borges (solo para citar a dos de mis autores favoritos) se quedarían chicas en un afán descriptivo.
Vale la pena, sin embargo, precisar un par de cosas. La primera es que hay muchos magistrados y fiscales de primer nivel (he tenido la suerte de conocer a varios de ellos); es decir, personas muy competentes, honorables y completamente imbuidas del rol trascendental que cumplen ante la comunidad. Con lo cual, generalizar no ayuda mucho;si de lo que se trata es de promover la reforma de la administración de justicia y fortalecer su institucionalidad. El tema es, como diría la ministra Pérez Tello, identificar y eliminar a los “gorgojos”.
La segunda es que si bien entidades como la OCMA, el Consejo de la Magistratura y la propia Presidencia del Poder Judicial son cruciales para esa labor de limpieza, también es un hecho que son pocas las entidades que se “autorreforman”. Y es aquí donde el concurso de la opinión pública, la academia y la sociedad en general es indispensable. Una sociedad que denuncie y se indigne cada vez más ante jueces y fiscales incompetentes y corruptos es la única garantía de llegar a buen puerto.
Mario Saldaña C.
@msaldanac
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