Jorge Varela
El camino del centro político que no se recorrió
Un tiempo perdido que no volverá
Los partidos políticos agonizan y debemos refundarlos, ha escrito el reconocido académico José Rodríguez Elizondo (artículo, “Cuando los partidos agonizan”, 1 de diciembre de 2021). Y tiene toda la razón: en Chile el centro político –tanto el de derecha como el de izquierda–, ha quedado vacío después de las últimas elecciones del 21 de noviembre. Es un efecto dañino para la convivencia social, que se ha producido como secuela de la extrema polarización ideológica. En el caso de la Democracia Cristiana, aunque el desastre fue anticipado hace años, la tragedia es de grandes proporciones.
Buscando el origen de la caída
Humberto Eco decía que “detrás de un régimen y de su ideología hay una manera de pensar y de sentir, una serie de hábitos culturales, una nebulosa de instintos oscuros y de pulsiones insondables” (Conferencia “El fascismo eterno”, pronunciada en la Universidad de Columbia, 25 de abril de 1995).
Desde sus inicios la Democracia Cristiana se ha identificado en el plano económico-social con posiciones confusas y contradictorias, enfatizando un anticapitalismo singular y un acendrado antineoliberalismo, pero hasta ahora no ha podido construir una vía propia que la consolide como verdadera alternativa ante el sistema capitalista, limitándose a chapotear en el seno del mismo.
Sus intentos pretéritos por avanzar hacia una sociedad de naturaleza comunitaria no se concretaron, entre otras razones, por falta de fe suficiente en dicho ideal y debido a la interferencia tóxica de quienes eran y son proclives a un socialismo de tipo estatista-antimercado.
Un factor a tomar en cuenta es que la DC ha sido tremendamente categórica en enfatizar su anticapitalismo, pero no así en condenar con resolución firme al comunismo colectivista. Su máxima afirmación al respecto, se ha restringido a declarar que: “no es comunista”, pero siempre ha eludido sostener con claridad que “es anticomunista”. Ha sido una forma precaria de pensar y una actitud inconsecuente y astuta.
Coqueteando con el marxismo otoñal
Varios de sus actuales dirigentes surgidos después de la debacle del sistema democrático han compartido esa táctica acomodaticia de coquetear y ‘hacerle ojitos’ a los seguidores del viejo marxismo, enamoramiento que les ha blindado en su ambición de poder y les ha favorecido para convertirse en figuras de un izquierdismo enfermizo y endémico. Se trata de camaradas abundantes en oportunismo que se autodenominan de centroizquierda avanzada, porque hasta para etiquetarse políticamente les ha faltado creatividad y talento.
La renuencia a transitar por su propia vía
Estaba escrito que su renuencia a transitar la propia vía –su propio camino– les iba a pasar algún día la cuenta del fracaso. Dicha vía no se ubica a la izquierda, ni a la derecha; dicha vía está en el centro. “Solo desde allí, (desde el centro), es posible una política constructiva”, ha declarado con acierto el filósofo alemán Peter Sloterdijk. (entrevista, diario El Mercurio, 11 de noviembre de 2018).
En este sentido lo expuesto por el citado Humberto Eco permite desde su interesante ángulo, un nuevo enfoque analítico a la Democracia Cristiana chilena, porque para ser aún más explícito, una ideología no es solo una manera de pensar y de sentir, sino además una forma de actuar. El líder fundador Eduardo Frei Montalva lo tenía claro cuando escribió su libro “Pensamiento y Acción”. ¿Cómo explicar entonces, las debilidades éticas en materias valóricas?
Por eso es válido preguntarse si ¿el humanismo cristiano que la DC predica hoy es una doctrina granítica? o, más bien, ¿un compendio sincrético de diferentes tendencias y prácticas políticas?; ¿un caudal de fórmulas rancias y aspiraciones abandonadas? o ¿un cúmulo de principios degradados, de desechos y contradicciones?
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