Mariana de los Ríos
El asesino: un viaje a la oscuridad de la perfección
Crítica a la más reciente película de David Fincher
El asesino (2023), la más reciente película del reconocido director norteamericano David Fincher (Denver, 1962), se adentra en el mundo sombrío de un asesino a sueldo, interpretado por el alemán Michael Fassbender (Heidelberg, 1977). Adaptada de la novela gráfica de Alexis Nolent, la película nos sumerge en una historia que explora la perfección, la frialdad y las consecuencias inesperadas de los crímenes.
La trama se inicia con el protagonista compartiendo sus pensamientos sobre los desafíos inherentes a su labor, en la larga secuencia inicial de la película. Sin embargo, la aparente monotonía se quiebra cuando, a pesar de su impecable disciplina y rigor “profesional”, comete un error fatal. Este giro inesperado lleva al asesino a una espiral de violencia y persecución, desencadenando una serie de eventos que lo conducen desde París a República Dominicana, Nueva Orleans, Florida, Nueva York y Chicago.
La actuación de Michael Fassbender es un elemento clave de la película, aportando una presencia inescrutable y brindando un retrato convincente de un personaje complejo. A pesar de su rostro aparentemente inexpresivo, Fassbender logra comunicar las complejidades emocionales del asesino. Por supuesto, ayuda la larga experiencia del actor interpretando monstruos sin alma antes: hay elementos del del androide de Prometheus (2018) en lo que el actor aporta al protagonista anónimo de Fincher. Y aunque aquí Fassbender tiene una serie de encuentros con varios buenos actores –Tilda Swinton y Arliss Howard entre ellos– este es básicamente un espectáculo de un solo hombre, la historia de un asesino frío y calculador, motivado por las más intensas emociones.
La característica dominante en toda la película es la atención meticulosa a todos los detalles. Desde las elaboradas posturas de yoga del asesino hasta la minuciosa planificación de sus crímenes, cada elemento contribuye a la construcción de tensión narrativa. En esta oportunidad Fincher está respaldado por un excelente equipo técnico. La cinematografía de Erik Messerschmidt, la edición de Kirk Baxter y la partitura de Trent Reznor y Atticus Ross se combinan para crear una experiencia visual y auditiva de gran calidad. Ya sea en sus momentos de acción magistralmente coreografiados o en los instantes de reposo.
Pero El asesino no es simplemente una película de acción convencional; es un thriller que desafía las convenciones del género. No es una historia de redención sino de precisión; es lo que sucede cuando una de las personas más cuidadosas y meticulosas con su trabajo comete un error. Pero hay además muchos detalles interesantes que señalan que Fincher está diciendo algo más allá de la trama y el personaje. Por ejemplo, los nombres falsos del protagonista (Archie Bunker, Richie Cunningham, Felix Ungar), todos pertenecientes a personajes cómicos, ya sea de series de televisión o de películas. Hay también un desfile de marcas que encontramos en nuestro día a día, como Starbucks, Amazon, WeWork e incluso Wordle.
Finalmente, está el innegable carácter Fincher de El asesino. Uno podría verlo como un cineasta tocando nuevamente sus grandes éxitos (recordemos que buena parte de la obra de Fincher está centrada en la figura del asesino: Seven, Zodiac, la serie Mindhunter, etc.) con sus mejores compañeros de banda; pero hay algo más profundo en juego aquí. Este no es sólo el trabajo de un artista que se repite a sí mismo; es el trabajo de alguien que reelabora sus temas y obsesiones en algo original y nuevo.
COMENTARIOS