David Auris Villegas
Educación intercultural y desafío de la mujer indígena
Perú es el tercer país de América con el mayor porcentaje de mujeres indígenas
Vivimos en la era de la comunicación y la visibilización; pero muchas voces, como las de las mujeres indígenas, siguen silenciadas en nuestro país. Estas mujeres –que habitan principalmente en zonas marginales de la costa, sierra y selva– enfrentan graves desafíos sociales que limitan su progreso. A pesar de esto, como guardianas de nuestra cultura, aportan un valor inconmensurable; especialmente en el fomento del turismo, que pone al Perú en la vitrina mundial.
La identidad de la mujer indígena es compleja y sensible, vinculada tanto a su cultura y costumbres como a su color de piel. Según los informes mundiales, Perú es el tercer país de América Latina con el mayor porcentaje de mujeres indígenas. Pero ellas exhiben altas tasas de analfabetismo, tienen restricciones en el acceso a salud y educación, y enfrentan violencia doméstica, discriminación étnica y social.
Con el ánimo de erradicar esta desigualdad, cada 5 de septiembre, desde 1983, se rinde homenaje a las mujeres indígenas, en honor a la guerrera aimara Bartolina Sisa, con el objetivo de visibilizar su contribución al desarrollo del país. Asimismo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) recuerda que el 80% de la biodiversidad se encuentra en manos de los pueblos indígenas, subrayando la importancia de preservar el conocimiento ancestral y fusionarlo con los conocimientos occidentales para proteger mejor a nuestro medio ambiente.
En la búsqueda de un mundo más sostenible, la CEDAW (Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, adoptada por la ONU en 1979 y en vigor desde 1981) es el instrumento internacional más completo en derechos humanos para mujeres y niñas. Integrar la CEDAW en el currículo educativo a nivel nacional contribuirá a que las mujeres indígenas conozcan sus derechos y tengan más oportunidades para su desarrollo, liderazgo y protagonismo social, incluyendo el emprendimiento.
Romper las injusticias y desigualdades, construyendo puentes de equidad y oportunidad en todos los ámbitos sociales, es nuestra deuda social con las mujeres originarias. Como dijo, Rigoberta Menchú, premio Nobel de la paz, “una mujer con imaginación es una mujer que no solo sabe proyectar la vida de una familia, la de una sociedad, sino también el futuro de un milenio.”
La educación intercultural, al integrar lenguas y prácticas indígenas en el currículo, va más allá del origen o el color de la piel; se centra en brindar a todas las mujeres la oportunidad de desarrollarse plenamente y contribuir al progreso de nuestra nación.
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